La historia de los duques de Sussex parece un guion escrito para no dejar de generar titulares. A más de cinco años del "Megxit", la decisión que sacudió los cimientos de la monarquía británica, la pareja sigue siendo un foco inagotable de polémicas y análisis. Mientras Meghan Markle celebraba recientemente su 44 cumpleaños, consolidando su nueva vida en California, muchos se siguen preguntando por la verdadera naturaleza de su relación con el príncipe Harry y el poder que ejerce sobre él.
Lejos de ser un simple cuento de hadas moderno o una rebelión por amor, la dinámica de la pareja podría tener raíces psicológicas mucho más profundas. Una experta ha puesto sobre la mesa una teoría que daría sentido a la aparente facilidad con la que Meghan ha guiado los pasos de su marido, alejándolo por completo de su familia y de la institución que un día estaba destinado a representar.
El análisis de una experta: ¿Víctima de un trauma o de una estrategia?
La psicóloga Lara Ferreiro, conocida por sus análisis sobre relaciones de pareja, ha arrojado luz sobre el que podría ser el factor clave en esta compleja ecuación. Según la especialista, la influencia de Meghan no se entendería sin tener en cuenta la herida más profunda del príncipe Harry: la pérdida de su madre, Diana de Gales.

Ferreiro sugiere que en la mente del duque, Meghan se ha convertido en "la nueva Diana", una figura protectora y rebelde que, como su madre, se enfrentó al sistema.
Esta percepción, nacida de un trauma infantil no resuelto, habría creado una vulnerabilidad que Meghan, según la psicóloga, ha sabido aprovechar. "Le utiliza, es absolutamente psicópata", afirma Ferreiro con contundencia.
La experta sostiene que el objetivo principal de la exactriz siempre fue alcanzar la fama a través de una figura de renombre, y en Harry encontró al candidato perfecto. La narrativa de rescatarla de una prensa hostil y de una familia real encorsetada habría sido el vehículo ideal para materializar sus ambiciones personales, llevándoselo a Estados Unidos.

El problema, según este análisis, es que "Harry no ha sabido poner límites". En su afán por proteger a su esposa para no repetir la trágica historia de su madre, habría cedido en todos los frentes, incluyendo el más doloroso: el familiar. La máxima de que "la familia va por delante" se habría desdibujado ante la promesa de una nueva vida diseñada a medida por Meghan.
El eco de Diana en la guerra contra los Windsor
La teoría de que Harry ve a Meghan como una reencarnación de Diana tiene consecuencias directas en su relación con el resto de la Familia Real. Si Meghan ocupa el papel de heroína, otros miembros deben, por defecto, asumir el de villanos.
Lara Ferreiro apunta directamente a la reina Camilla, a quien Harry "ve como la mala". Esta visión no solo alimenta el rencor hacia su madrastra, sino que justifica el cisma familiar como una batalla del bien contra el mal.
En este relato, la figura de Kate Middleton, la princesa de Gales, también sirve como contrapunto. Mientras que Kate y la propia Camilla han optado por un rol secundario y discreto, entendiendo que en la monarquía "es mejor que no hablen de ti", Meghan, según Ferreiro, "quería ser la protagonista del cuento". Esa ambición, que chocó frontalmente con las tradiciones de los Windsor, acabó por convertirla en la antagonista perfecta para la prensa británica y para la propia institución.

Proyectos en Hollywood y una reconciliación que no la incluye
Mientras el debate sobre su dinámica de pareja sigue abierto, los Sussex continúan construyendo su imperio mediático desde Montecito. Meghan ha lanzado su nueva marca de estilo de vida, American Riviera Orchard, y ambos siguen adelante con sus millonarios proyectos para Netflix, que incluyen una serie sobre polo y otra sobre cocina y jardinería.
Estos movimientos demuestran que su plan de monetizar su estatus de royals renegados sigue viento en popa.
Sin embargo, a la vez que su marca personal se fortalece, la brecha familiar parece insalvable, al menos para Meghan. Los últimos rumores apuntan a un tímido acercamiento entre el príncipe Harry y su padre, el rey Carlos III, pero en estas conversaciones el nombre de la duquesa ni siquiera aparece. La reconciliación, si llega a producirse, parece tener una condición implícita: que Meghan Markle se mantenga al margen.