Mujer de cabello largo con expresión seria al lado de la silueta oscura de una persona frente a un edificio cubierto de hiedra

El Borbón que planta cara a Letizia Ortiz por Marivent

La fractura familiar en los Borbones que vacía el palacio de verano en Mallorca

El Palacio de Marivent, testigo mudo de los veranos dorados de la monarquía española, se ha convertido en el epicentro de una silenciosa batalla familiar. Aquellas icónicas fotografías de la Familia Real al completo en las escalinatas, sonriendo y sumando nietos cada año, son hoy una reliquia del pasado.

La unidad familiar que proyectaban se ha desvanecido, y los muros del palacio mallorquín ahora albergan más tensiones que recuerdos felices. Palma, el refugio estival por excelencia de los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía, parece haber perdido su encanto para las nuevas generaciones, y muchos apuntan en una misma dirección: las estrictas normas impuestas por la Reina Letizia.

Desde que Felipe VI ascendió al trono, las dinámicas en Marivent han sufrido una transformación radical. La reina consorte, firme en su propósito de desvincular la nueva monarquía de los escándalos del pasado y de la sombra de la familia Borbón, ha redefinido las vacaciones reales. Lo que antes era un punto de encuentro familiar se ha convertido en un calendario de turnos estrictamente organizado para evitar coincidencias incómodas.

Una persona con expresión pensativa frente a un fondo de fórmulas matemáticas en una pizarra verde.
Montaje con una imagen de Letizia Ortiz con una pizarra de fondo | XCatalunya, elnacional.cat

El verano dividido: las reglas no escritas de la Reina Letizia

La crisis que dinamitó la cohesión familiar estalló con el caso Nóos y las controversias que rodearon a Juan Carlos I. Fue entonces, según fuentes cercanas a Zarzuela, cuando Doña Letizia trazó una línea roja, instando a Felipe VI a marcar distancias con su propia familia.

Esta decisión tuvo su reflejo más visible en los veranos de Palma. A partir de 2015, las estancias se cronometraron al milímetro: primero llegarían los Reyes y sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, quienes pasarían unos días cumpliendo con la agenda oficial y disfrutando de un tiempo privado.

Una vez que la familia nuclear del Rey abandona la isla, y solo entonces, se abre la veda para que las infantas Elena y Cristina puedan visitar a su madre, la Reina Sofía, junto a sus respectivos hijos. La matriarca, fiel a la isla, pasa allí todo el verano acompañada por su hermana Irene de Grecia, esperando unas visitas familiares que cada vez son más escasas y fragmentadas. Aunque este año los problemas de salud de Irene de Grecia lo han impedido.

Una mujer hablando en un podio durante un evento de Google.org y ciber voluntarios.
La Reina Letizia | Reina Letizia

Esta imposición ha generado un profundo malestar en el resto de los Borbones, que se sienten desplazados de un lugar que consideran parte de su historia vital. A esta tensión se suma la presión del gobierno balear, que cedió el palacio para su uso y que observa con recelo cómo la histórica residencia pierde su función de nexo familiar y promoción turística.

La rebelión de los sobrinos: Juan, Pablo y Miguel Urdangarin dicen "basta"

El descontento ha calado especialmente en la generación más joven. El primero en dar un paso al frente, aunque de forma discreta, fue  Juan Urdangarin.

Un hombre joven con barba y camisa azul, con una imagen de un hombre mayor en uniforme militar en un círculo rojo en la esquina superior izquierda.
Juan Urdangarin planta cara a Letizia | Casa Real, XCatalunya, Felipe VI, Juan Urdangarin

El hijo mayor de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin lleva años sin pisar Marivent, y su ausencia se atribuye a una notoria mala relación con su tía, la Reina Letizia. Su distanciamiento fue el preludio de lo que parece ser una tendencia creciente entre sus hermanos.

Este año, la negativa a seguir las reglas impuestas ha sumado nuevos protagonistas. Pablo y Miguel Urdangarin, los otros dos hijos varones de la Infanta, también habrían decidido ausentarse de la cita mallorquina.

La decisión es especialmente significativa en el caso de Pablo, cuya familia política tiene residencia en la isla, lo que haría su visita aún más lógica. Sin embargo, parece que la obligación de esperar a que el palacio quede "despejado" de los Reyes y sus hijas es una condición que ya no están dispuestos a aceptar. No se trata de una confrontación directa, sino de una rebelión silenciosa, un gesto que evidencia el cansancio y la fractura que sufre la familia.