Una mujer con vestido rojo y pendientes largos junto a un joven con camiseta del Barcelona sobre un fondo rojo.

Así descubrió Pablo Urdangarin la traición de Letizia a sus padres: Cómo reaccionó

La buena relación de Felipe VI y la Reina con la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se fue al traste al estallar el caso Nóos

En la calculada y hermética puesta en escena de la monarquía española, cada gesto cuenta. Un saludo, una ausencia o una elección de vestuario son analizados hasta la extenuación. Sin embargo, hay símbolos que, lejos de ser sutiles, se convierten en una declaración de intenciones.

Pablo Urdangarin, el hijo de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, se ha erigido como el protagonista de uno de esos gestos que retumban con fuerza en los muros de Zarzuela, un recordatorio silencioso pero constante de que hay heridas que, lejos de cerrarse, siguen supurando en la familia del Rey.

La procesión va por dentro, y en el caso de Pablo, también por fuera. Su carrera como deportista de élite avanza con paso firme, pero es en la pista de balonmano donde el joven ha decidido librar su batalla más personal.

Un hombre joven con traje oscuro y corbata verde mira hacia un lado en un entorno urbano.
Pablo Urdangarin | XCatalunya, elnacional.cat

No lo ha hecho con declaraciones explosivas ni con entrevistas pactadas, sino con dos elementos que le acompañan en cada partido: el apellido Urdangarin en su espalda y un número, el 77, cargado de significado. Un homenaje directo al dorsal 7 que su padre, Iñaki, lució durante sus años de gloria deportiva y que hoy se percibe en palacio como una provocación.

El dorsal de la discordia: un homenaje que incomoda en Palacio

Para entender la tensión que genera la camiseta de Pablo Urdangarin hay que retroceder en el tiempo. El apellido Urdangarin se convirtió en sinónimo del mayor escándalo de corrupción que ha sacudido a la monarquía española en su historia reciente.

El caso Nóos no solo supuso el fin de la presunción de inocencia para Iñaki, sino que marcó el inicio de su caída y el posterior exilio de la Infanta Cristina de la familia real. Desde entonces, Zarzuela ha dedicado enormes esfuerzos a borrar cualquier vestigio de su paso por la institución.

Un hombre con uniforme militar y barba gris mira a un joven con cabello rizado que lleva una chaqueta azul claro y una mochila sobre su hombro, con un edificio borroso de fondo.
Montaje en el que se ve a Felipe VI y a Pablo Urdangarin | @CasaReal, XCatalunya

Por eso, ver a Pablo, el hijo más mediático y con una prometedora carrera pública, portando con orgullo el legado de su padre, genera un profundo malestar. Según fuentes cercanas a la Casa Real, la propia Infanta Cristina habría mantenido conversaciones con su hijo para pedirle que rebajara el nivel de exposición simbólica.

Un intento infructuoso, ya que Pablo se ha mantenido firme en su decisión. No piensa renunciar a su apellido ni al número que honra a su padre, un hombre al que sigue admirando a pesar de todo.

La verdad revelada en la intimidad: así conoció la historia

La lealtad de Pablo hacia sus padres es inquebrantable, y se fundamenta en una narrativa que ha escuchado desde niño en la intimidad de su hogar. El joven Urdangarin no olvida ni perdona el papel que, según su entorno más cercano, jugó la reina Letizia en el calvario judicial y mediático de sus progenitores.

Fue su padre, Iñaki Urdangarin, quien durante años ha sostenido en petit comité que la entonces Princesa de Asturias fue la principal instigadora de la estrategia de "cortafuegos" que acabó con ellos apartados.

Montaje con Letizia Ortiz y Pablo Urdangarin. El palacio de la Zarzuela, difuminado, de fondo
Montaje con una imagen de Pablo Urdangarin y otra de Letizia Ortiz | YouTube, XCatalunya

Pablo creció siendo testigo del dolor de sus padres y escuchando cómo, supuestamente, Letizia presionó al rey Felipe VI para que tomara la decisión más drástica: apartar a su propia hermana.

Se dice que fue ella quien, preocupada por la imagen de la Corona y el futuro reinado de Leonor, movió los hilos para que el escándalo saliera a la luz, filtrando información a periodistas de su confianza para acelerar la caída de los entonces Duques de Palma. La ruptura de relaciones incluyó también a Cristina, hasta entonces muy unida a Felipe VI.

Para Pablo, descubrir esta versión de los hechos no fue un shock repentino, sino un relato que fue calando poco a poco, forjando una profunda desafección hacia la figura de su tía política.

La reacción de un hijo: ni olvido ni perdón

La reacción de Pablo Urdangarin a esta presunta traición no ha sido impulsiva, sino meditada y silenciosa. Su respuesta es su propia existencia pública: un deportista de élite que no se esconde, que responde con amabilidad a la prensa, pero que, con su camiseta, envía un mensaje inequívoco a Zarzuela. Cada partido es un recordatorio de que la historia tiene dos caras y que él defiende la de sus padres.