La Familia Real de Noruega no está pasando por uno de sus mejores momentos. Desde hace meses, el nombre de Marius Borg, hijo mayor de la princesa heredera Mette-Marit, ha estado en el centro de la polémica. El joven, de 28 años, ha acumulado una lista interminable de problemas con la justicia.
Su conducta ha causado un malestar en la Casa Real y, sobre todo, en su madre, que ha visto cómo su primogénito ha puesto en entredicho la imagen de la institución. En varias ocasiones Marius ha sido detenido por la policía. Ha pasado por comisarías, por calabozos y hasta por interrogatorios de gran repercusión pública.

Se le ha acusado de delitos de agresión, de amenazas y de maltratos denunciados por antiguas parejas. Exnovias suyas han contado episodios de violencia y han descrito comportamientos que han impactado a la opinión pública. El escándalo ha sido tan grave que incluso se le ha retirado el pasaporte diplomático que le correspondía por ser hijo de la princesa heredera.
Nadie esperaba la última hora de Marius Borg que ha puesto los pelos de punta a los príncipes de Noruega
El pasado mes de junio, la policía reveló que Marius había sido imputado por más de veinte delitos. Entre ellos se han señalado conductas inadecuadas en relaciones personales, infracciones de tráfico y actos de vandalismo.
La situación ya parecía crítica. Sin embargo, en los últimos días la presión mediática y judicial ha aumentado todavía más. El fiscal estatal ha presentado finalmente la acusación formal.

Según ha informado el medio noruego NRK, el fiscal Sturla Henriksbø ha confirmado que no se trata de 23 delitos, como se pensaba en un primer momento, sino de 32. El propio Henriksbø ha calificado el caso como “muy grave”.
Ha señalado que “el abuso de poder y la violencia en las relaciones son actos muy graves que pueden dejar huellas duraderas y destruir vidas”. Aun así, ha precisado que “no se dan las condiciones para detener y encarcelar a Høiby” en este momento.
La decisión del juez con Marius Borg ha alterado a los príncipes de Noruega
La decisión judicial ha sorprendido tanto a la prensa como a los propios príncipes herederos de Noruega. Ha alterado por completo los planes de la familia. Ha supuesto un golpe inesperado y ha dejado claro que el proceso contra Marius Borg se ha endurecido más de lo previsto.

El heredero Haakon y Mette-Marit han intentado mantenerse en silencio, pero en el entorno palaciego se ha comentado la enorme preocupación que los rodea.
Lo cierto es que la acusación ha puesto en evidencia la peor crisis familiar en años. La justicia noruega ha marcado un nuevo rumbo en el caso. Y la decisión del juez ha dejado a los príncipes en una posición complicada, entre la lealtad familiar y la obligación institucional.