La relación entre Guillermo (43) y Harry (40) lleva años en punto muerto. Ni las memorias, ni los desplantes públicos, ni las enfermedades que han golpeado a la familia han conseguido una tregua. Sin embargo, el calendario privado de los Windsor pone ahora sobre la mesa un escenario distinto y, sobre todo, más humano.
En cuestión de semanas, varias noticias han sacudido el entorno familiar. No son escándalos ni rupturas. Son compromisos y abrazos de celebración. En ese ambiente, lejos de los focos tóxicos, parece más posible un gesto que cambie una foto congelada desde 2020.
Peter Phillips se casa: una invitación que puede sentar juntos a los dos hermanos
El compromiso de Peter Phillips con la enfermera pediátrica Harriet Sperling se anunció en exclusiva a través de Hello! y ya se ha confirmado que no hay fecha cerrada, aunque las dos familias celebran la noticia. Es el hijo mayor de la princesa Ana, primo muy cercano de Guillermo y Harry, y un vínculo natural para un reencuentro discreto.

La invitación, por cercanía, debería llegar a ambos. La posibilidad de verlos en el mismo banco existe y, a estas alturas, ya sería noticia.
No es la única ocasión. Ella Mountbatten, primogénita de Lord Ivar y prima segunda del rey Carlos III, también ha anunciado su compromiso. Su rama no es la más mediática del clan, pero un enlace Mountbatten siempre mueve a la familia. Otra oportunidad, quizá más silenciosa, para medir si el deshielo es real.
Y llega una tercera vía con la sobrina de Diana, Lady Eliza Spencer, quien aceptó la propuesta de Channing Millerd en Santorini el 31 de julio. Harry mantiene buena sintonía con la familia Spencer. Si aparece en esa boda, el gesto hablaría más que cualquier comunicado.

Reuniones discretas, seguridad y salud: las líneas rojas que marcarán el acercamiento
En julio se produjo un encuentro poco habitual entre los equipos de Carlos III y Harry en Londres. No fue una cumbre pública, pero sí una señal: las partes hablan. Desde Palacio, el mensaje es prudente; desde Montecito, el de Harry insiste en “reconciliación”, como repitió en una entrevista televisiva. El ausente en ese tablero, de momento, es Guillermo, que mantiene la distancia.
Queda el asunto que más encona los ánimos del duque: la seguridad. En mayo, los tribunales británicos rechazaron su recurso para recuperar la protección financiada con fondos públicos cuando viaja al Reino Unido. El fallo complica su presencia en actos concurridos y añade frialdad a cada invitación que llega a su buzón.
El contexto sanitario también pesa. Carlos III continúa tratamiento, con mensajes de ánimo y prudencia desde Palacio. Kate, por su parte, anunció en enero que está en remisión y ha ido recuperando agenda con claridad y cautela. Son movimientos que reordenan prioridades y devuelven a la familia a cuestiones esenciales, por encima del ruido.

¿Será suficiente una boda para cambiar el relato de ruptura? Si Guillermo y Harry coinciden sin protocolos tensos ni cámaras invasivas, el gesto valdrá más que mil titulares. La monarquía británica necesita esa imagen de normalidad. Y ellos, dos hermanos marcados por la misma pérdida, también.
Tres compromisos en la familia —Peter Phillips con Harriet Sperling; Ella Mountbatten; y Lady Eliza Spencer con Channing Millerd— abren una ventana a la reconciliación. Hay señales de diálogo entre los equipos de Carlos y Harry, pero la herida de la seguridad y la postura fría de Guillermo siguen ahí. La próxima foto de familia puede ser el primer paso de un nuevo capítulo. ¿Llegará el abrazo cuando suenen las campanas?