La planificación del Athletic Club de Bilbao para la próxima temporada de Champions ya ha comenzado y uno de los focos principales está en reforzar el lateral derecho. Tras la marcha de Óscar De Marcos, uno de los grandes capitanes del equipo, el club necesita una figura de garantías para cubrir su ausencia.
No se trata de una apuesta arriesgada ni de un fichaje de futuro. Hablamos de un futbolista contrastado que ya ha demostrado su nivel competitivo en la élite, y que además cuenta con un componente emocional importante: su deseo de regresar al club donde se formó como profesional.
Negociaciones avanzadas y voluntad clara
Según ha podido saber Estadio Deportivo, el acuerdo con el jugador está muy avanzado. Las conversaciones con su entorno se han producido en un clima de entendimiento y la predisposición ha sido total desde el primer momento. El jugador quiere volver a casa, a San Mamés, y vestir nuevamente la camiseta del Athletic.

Sin embargo, aún queda por resolver la parte más complicada de cualquier operación: el acuerdo con su club actual. El futbolista pertenece al Club Atlético Osasuna, que no tiene intención de facilitar su salida sin una compensación económica importante. La entidad navarra remite a la cláusula de rescisión, fijada en 12 millones de euros.
El contexto juega a favor del Athletic
El Athletic, por su parte, intentará rebajar ese precio o alcanzar una fórmula de pago más flexible. Saben que tienen un argumento de peso: el jugador acaba contrato en 2026 y no tiene intención de renovar. Si Osasuna quiere hacer caja, este verano es la mejor (y quizá última) oportunidad para venderlo por una suma relevante.

Además, el cambio de agencia del lateral ha acelerado todo. Recientemente se ha unido al grupo LIAN Sports, que representa a jugadores de élite y ha estrechado la comunicación entre el entorno del futbolista y la dirección deportiva del Athletic Club. Esto ha permitido que las negociaciones avancen con rapidez y discreción.
Una decisión que va más allá del dinero
A pesar del interés de otros clubes, entre ellos el Atlético de Madrid, el jugador ha sido claro: su prioridad es regresar a Bilbao. No se trata únicamente de una decisión deportiva. El futbolista siente que tiene una deuda pendiente con el Athletic, el club que le dio su primera gran oportunidad.
Los mensajes de “vuelve a casa” y “este fichaje hay que cerrarlo ya” se repiten constantemente. Y no es para menos: el club está a punto de recuperar a un jugador que entiende lo que significa defender el escudo y que, a sus 25 años, todavía tiene muchos años de fútbol por delante.
Un regreso cargado de simbolismo
Para el Athletic Club, este fichaje representa más que un simple refuerzo. Es una declaración de intenciones, un mensaje claro de que el equipo sigue apostando por jugadores con raíces, con compromiso, y con nivel suficiente para competir en Europa. Es también una forma de reconciliarse con un pasado reciente en el que las salidas de canteranos no siempre terminaron bien.
A falta de detalles para cerrar la operación, todo apunta a que será el primer gran movimiento del verano en Bilbao. Y si todo sigue su curso, muy pronto el Athletic Club anunciará oficialmente el regreso de Jesús Areso.