Hombre mayor con gafas y bigote frente a una tortilla de patatas y un emoji sonriente con expresión de antojo

La tortilla viral de Pep Salsetes: 1200 huevos

La receta se ha hecho viral vía redes sociales por parte de TV3.

No es solo una receta. Es una reivindicación, una memoria colectiva, un espectáculo popular y, sobre todo, una manera de entender la cocina como un acto comunitario. Pep Salsetes, cocinero, activista gastronómico y amante del patrimonio culinario catalán, ha vuelto a dar que hablar gracias a una tortilla gigante que, con 1.200 huevos, no solo ha batido récords, sino que ha calentado corazones.

Todo esto no es fruto de un gran chef mediático ni de un programa de televisión: es la culminación de una filosofía de vida que defiende el arraigo, el voluntariado y la cocina como espacio de encuentro. ¿El resultado? Una tortilla de proporciones épicas cocinada con leña, esfuerzo y muchas manos colaboradoras.

Cuando cocinar es hacer pueblo

Todo comenzó en Sant Andreu de Palomar, un barrio barcelonés al que Salsetes está estrechamente vinculado por lazos emocionales y familiares. Ante la petición de organizar un acto culinario espectacular y asequible para muchas personas, la respuesta fue tan sencilla como contundente: “Hagamos una tortilla”.

Una tortilla de patatas en un plato de madera, rodeada de ingredientes como huevos, cebollas y tomates, con dos chefs en recuadros circulares, uno cocinando y otro posando.
Una deliciosa tortilla recetada por Karlos Aguiñano. | Antena 3, Vasiliybudarinphotos, XCatalunya

Pero no una tortilla cualquiera. En una nave conocida como La Fabricot —donde trabajó su abuela— se encendió un fuego de leña y se rompieron, uno a uno, 1.200 huevos. Cocinar no era un gesto individual, sino una coreografía colectiva: vecinos rompiendo huevos, voluntarios alimentando el fuego, manos anónimas removiendo la sartén y una gran cubierta de hierro con brasas encima para cocinarla por la parte superior. 

La tortilla tardó tres horas en cocinarse por completo, pero la espera fue recompensada con una ovación de más de dos mil personas. A la hora de repartirla, con cortes de hasta 75 centímetros, se convirtió en un auténtico ritual de convivencia. “Comer todos del mismo plato, eso es hacer comunidad”, afirmaba Salsetes.

Una tortilla de patatas recién hecha con una porción cortada y lista para servir.
Una deliciosa tortilla de patatas. | Vasiliybudarinphotos

Mucho más que una receta: un libro para la memoria

La tortilla es solo un ejemplo de lo que representa el libro "Pep Salsetes. Un país a la cazuela", publicado junto con el escritor y cineasta Agustí Corominas. No se trata únicamente de un recetario, sino de un relato vital en el que las anécdotas, los milagros culinarios y las opiniones se mezclan con platos tradicionales que definen una cultura.

Salsetes, con su carisma y discurso apasionado, recupera prácticas olvidadas y pone en valor la cocina como herramienta de arraigo y resistencia cultural. Su mensaje es claro: la comida no es solo alimento, es memoria, pertenencia e identidad compartida. La tortilla gigante es la metáfora perfecta.

El valor simbólico de comer juntos

Para Pep Salsetes, el verdadero mérito de la tortilla no es gastronómico. De hecho, él mismo reconoce que cualquier tortilla hecha en casa probablemente tendrá mejor sabor. Pero hay un ingrediente invisible que la hace especial: el hecho de compartir.

“Comer todos del mismo plato”, repite como consigna. En un mundo donde cada vez se come más solo, frente a una pantalla y con productos precocinados, la experiencia de comer colectivamente se convierte en algo revolucionario. Compartir la mesa es compartir tiempo, emociones e historias. Es recuperar una parte de nuestra humanidad que parece cada vez más arrinconada.

Esta reivindicación llega en un momento clave, en el que las relaciones comunitarias se debilitan y la comida compartida da paso a la prisa y al individualismo. Con su tortilla gigante, Salsetes pone sobre la mesa —literalmente— una alternativa: el regreso a la cocina como espacio de unión.

Cocinar es resistir

La experiencia de la tortilla de 1.200 huevos nos recuerda que cocinar puede ser mucho más que combinar ingredientes. Puede ser un acto de amor colectivo, un gesto de resistencia cultural y una manera de hacer pueblo en un mundo cada vez más desconectado.

Pep Salsetes no solo nos ofrece una receta gigante, sino una lección de vida: mientras haya fuego, huevos y gente dispuesta a colaborar, siempre se podrá hacer comunidad. Y quizás, solo quizás, ese sea el verdadero milagro que debemos preservar.