Una chef sonriente con gafas y uniforme blanco está frente a un fondo de fresas y mermelada, acompañada de una ilustración de un chef caricaturesco haciendo un gesto de aprobación.

La mermelada más curiosa de Carme Ruscalleda

La cocinera sorprendió a todos con esta receta

En la cocina de Carme Ruscalleda, la alta gastronomía se mezcla con la tradición, el arte y la sensibilidad. No es solo una cocinera de renombre, con múltiples estrellas Michelin, sino una artista del sabor que convierte ingredientes humildes en experiencias memorables.  En uno de sus últimos encuentros públicos, Ruscalleda sorprendió al revelar una de sus recetas más insólitas y delicadas, despertando la atención de estudiantes, periodistas y amantes de la cocina.

Lejos de buscar el impacto fácil, la chef catalana desarrolló un discurso pausado, casi pedagógico, en el que fue dejando pequeñas pistas sobre un ingrediente inesperado. No era un producto exótico, ni una técnica moderna: era algo que todos hemos tenido en la mano, pero casi nunca en el plato.

Un ingrediente tan bello como inesperado

Durante su intervención, Carme insistió en algo que repetiría varias veces: no todo lo bonito es comestible, y no todo lo comestible es seguro. Hablaba de flores. Más concretamente, de una en particular que ha sido símbolo de amor, de literatura y de celebración durante siglos: la rosa. Pero no cualquier rosa, advertía. Las tratadas con productos químicos, como las de floristería, están descartadas.

Una persona sonriente con gafas y bata blanca, junto a un círculo que muestra una variedad de frutas coloridas.
Carme Ruscalleda y fruta variada a su derecha | TV3, @carme.ruscalleda, XCatalunya, Getty Images

Solo pueden utilizarse rosas cultivadas en casa, sin pesticidas, y con una característica clave: una base del pétalo que debe ser retirada cuidadosamente. Esa parte blanca, donde el pétalo se une al cáliz, resulta amarga y debe eliminarse antes de cualquier preparación. Así lo recogía ya Plinio el Viejo, como recordó Ruscalleda con entusiasmo. Y es que, detrás de la poesía de una flor, hay ciencia, botánica y técnica culinaria.

Un proceso que respeta la fragilidad

El relato fue creciendo con detalles: cómo elegir la flor adecuada, cómo limpiar los pétalos, cómo evitar errores. Carme hablaba con pasión, pero también con rigor. Y aunque todos intuían ya cuál era el corazón de la receta, nadie se atrevía a darlo por hecho. Aún no se sabía si los pétalos eran el adorno o el ingrediente principal. Mientras tanto, hablaba de aromas, de color, de texturas… y de Sant Jordi, el día de los enamorados en Cataluña, como el momento ideal para servir esa preparación.

La audiencia, entre la emoción y la intriga, la escuchaba en silencio. Ruscalleda compartía consejos, maridajes, combinaciones ideales para un desayuno especial o una cena con quesos intensos. Pero aún no decía la palabra clave.

La revelación final: mermelada de pétalos de rosa

Fue solo al final, cuando el relato ya estaba lleno de imágenes y de aromas imaginarios, que Carme Ruscalleda reveló lo que todos esperaban: su mermelada más curiosa está hecha con pétalos de rosa. Y no de cualquier manera.

Una persona con gafas y cabello corto hablando, con un círculo rojo que muestra una imagen borrosa de un plato de comida.
Carme Ruscalleda y una receta secreta | 3Cat, Getty Images, XCatalunya

La preparación comienza con pétalos seleccionados, limpios y sin la base blanca. Se hacen infusión durante dos horas en agua mineral fría, para captar su fragancia sin cocción. Después, se escurren y se pican finamente, en una brunoise delicada. La cocción se hace con parte del agua de la infusión, azúcar y zumo de limón. Concretamente, 150 gramos de pétalos, 450 ml de agua, 450 gramos de azúcar y 30 ml de zumo de limón, durante solo 10 minutos tras romper el hervor.

El limón no solo conserva, sino que fija el color rosado y equilibra el pH. El resultado es una mermelada suave, aromática y visualmente preciosa.

Una receta con alma de poema

Esta confitura, lejos de ser una simple rareza, se convierte en un producto versátil: perfecta con mató, yogur, quesos intensos como Stilton o Cabrales, o simplemente sobre una tostada con mantequilla. Según Ruscalleda, incluso puede prolongar la magia del día de Sant Jordi al desayuno siguiente.

Lo que parecía un simple homenaje floral se convierte, en sus manos, en una receta completa, sabrosa y llena de emoción. Porque como dice ella, “la cocina también debe entrar por los ojos… y provocar emociones”.