El segundo año de formación militar de la princesa Leonor en la Armada ha generado titulares desde el momento en que se anunció su embarco en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Un período de más de seis meses en altamar, recorriendo buena parte del continente americano y poniendo a prueba la resistencia de quien podría reinar algún día en España.
La prensa y el relato oficial han presentado este periplo como una aventura épica, en la que la joven afrontará corrientes, climas extremos y grandes distancias oceánicas. Sin embargo, en las últimas semanas ha surgido una información que apunta a que esa gesta marina no sería tan completa como se ha hecho creer.
El plan oficial: un viaje de ida y vuelta
La teoría vendida por Zarzuela ha sido que la princesa, tras zarpar desde Cádiz, atravesaría el Atlántico y parte del Pacífico, pasarían por varios puertos de América del Sur y Centroamérica, cruzarían el Canal de Panamá para continuar su travesía hacia el Caribe, llegando eventualmente a Nueva York. Desde allí, según los medios, emprendería el regreso a España en el mismo navío, con la idea de desembarcar en Gijón y, finalmente, culminar su formación en la Academia Naval de Marín.
Este esquema encaja a la perfección con la imagen de Leonor como una joven “lobezna de mar” que afronta la instrucción completa de la Marina y exhibe el temple que el ejército exige. Sin embargo, lo que se dice ahora es que la realidad podría diferir bastante de ese relato.
La supuesta trampa: un regreso en avión
Fuentes internas y diversas filtraciones han revelado que Leonor no realizaría la travesía de Nueva York a Gijón a bordo del Elcano. En lugar de eso, viajaría cómodamente en avión, ahorrándose una segunda experiencia atlántica tan dura como la primera. Sería una maniobra destinada a mantener la narrativa de que la princesa “ha completado todo el itinerario” sin exponerla a un desgaste excesivo. Al llegar a España, se la vería desembarcar en Gijón como si llegase en el buque, dejando la impresión de que ha sido parte de la tripulación todo el viaje.
Quienes han sacado esto a la luz no dudan en tildarlo de “engaño” o “teatro”. Se especula con que la Casa Real no desea que Leonor sufra doblemente las condiciones duras de alta mar, con tormentas y vientos, más aún cuando queda margen para que la heredera permanezca fresca y operativa para sus próximas obligaciones de Estado. Ello, no obstante, erosiona la verosimilitud de la gesta naval que se había publicitado.
¿Un guion calculado?
No es la primera vez que se encienden alarmas sobre la supuesta “pompa” en torno a la formación militar de Leonor. Cabe recordar que no ha tenido una relación prolongada con la navegación en su infancia: mientras sus primos y otros familiares participaban en cursos de vela en Mallorca, Leonor y su hermana Sofía no lo hacían, al parecer siguiendo la reticencia de Letizia ante lo que consideraba una actividad elitista. Que se la presente ahora como una marinera avezada podría no casar con la realidad de su preparación previa.
Viaje a Brasil, ¿o no?
Mientras tanto, Leonor continúa en el mar, camino de Brasil, con la fecha del 14 de febrero apuntada como el día de desembarco en Salvador de Bahía. Días que se suponen extenuantes, conociendo la condiciones que puede tener el océano Atlántico en pleno invierno. La prensa se ha hecho eco de lo complicado que resultan las comunicaciones para la princesa, hasta el punto de que ni siquiera ha podido felicitar en su cumpleaños a su padre, Felipe VI, con una simple llamada o mensaje de texto. Para el 14-F, se espera su primera parada en tierra firme y, quizá, una reactivación de sus redes y contactos.
Lo que no está claro es cómo será su salida de Nueva York. ¿Llegará efectivamente en el Elcano al puerto estadounidense para zarpar de nuevo, o subirá a un avión camino de Asturias mientras su buque prosigue solitario? A la larga, todo apunta a que veremos fotos oficiales de la heredera pisando suelo español en Gijón. Pero las claves que llegan desde distintas fuentes insisten en que no desembarcará allí tras un genuino regreso por mar. Es la parte menos épica de la historia: una “falsa llegada” que algunos ya llaman “Desembarco del Rey” en alusión a la saga de Juego de tronos.