La imagen pública de la realeza británica sigue captando miradas y generando controversia, tanto dentro como fuera del Reino Unido. En los últimos meses, Camila ha dejado de ser solo el apoyo y la compañera de Carlos III. Ha asumido mayor protagonismo en medio de una etapa particularmente delicada para la familia Windsor.
Con una agenda cada vez más visible, Camila ha intensificado su papel en actos oficiales y eventos sociales. Su presencia es siempre estudiada y analizada al detalle. Sin embargo, algo en sus apariciones causó críticas y comentarios de los observadores.
Más que un accesorio: una elección polémica
Durante una reciente aparición para inaugurar un jardín dedicado a perros, Camila sorprendió con un broche muy particular. Se trataba de una pieza de Van Cleef & Arpels, valorada en 7.500 euros. No era cualquier broche, el diseño, en forma de perro, está elaborado con oro amarillo de 18 quilates, nácar y ónix.
Aunque fue bien recibido por algunos sectores, generó descontento en otros. Muchos británicos que continúan siguiendo la figura de Lady Di vieron en esa elección un error que la fallecida princesa no habría cometido. Consideran que mostrar una joya tan costosa, en un contexto de acto solidario, fue una decisión poco sensible.
Joyas reales, historia y tendencias
Camila siempre ha sido admiradora de esta firma francesa, incluso antes de su reciente auge. Así lo confirma la experta Laura Sutcliffe, quien destaca su fidelidad a Van Cleef & Arpels desde hace años. La maison ha sido también la favorita de iconos como Grace Kelly y Romy Schneider.
Y en la familia Windsor no es solo Camila quien la luce: Kate Middleton ha llevado piezas similares en varias ocasiones. Entre las joyas más deslumbrantes de Camila están unos pendientes largos con forma de trébol, muy parecidos a los de Kate Middleton. Sin embargo, los de la reina, están hechos en oro blanco y llevan 158 diamantes, una combinación que simboliza la buena fortuna.
El dilema del lujo en tiempos modernos
La controversia nace del contraste entre la ostentación de la pieza y la figura de Diana, recordada por su estilo más sencillo y su cercanía con el pueblo. Para muchos, este gesto refuerza una imagen fría e insensible.
El broche canino, aunque moderno y acorde con las tendencias de la Generación Z, ha reabierto una vieja herida. La eterna comparación entre Camila y Diana sigue viva en cada detalle que se interpreta como afrenta.
Aunque Camila ha demostrado compromiso con su papel, decisiones como esta le recuerdan que el escrutinio es constante. Y que en la monarquía, incluso un accesorio puede hablar más fuerte que mil palabras.