Pablo Urdangarin ha vuelto a captar la atención mediática, pero esta vez no ha sido en España, sino en Francia. El joven jugador de balonmano, de apenas 24 años, ha concedido una entrevista que está dando que hablar, y no precisamente por sus logros deportivos. Lo que ha contado sobre su familia, y en especial sobre Iñaki Urdangarin, ha generado expectación en la prensa internacional.
El sobrino de los reyes Felipe y Letizia, que hasta ahora había mantenido un perfil discreto, ha decidido abrirse más que nunca. Sin entrar en polémicas, ha dejado entrever aspectos íntimos que hasta ahora no había compartido públicamente. Y lo ha hecho con la serenidad de quien sabe que sus palabras van a ser analizadas con lupa.

Una carrera en ascenso en el balonmano
Desde pequeño, Pablo ha estado ligado al deporte, siguiendo los pasos de su padre, Iñaki Urdangarin, uno de los nombres más recordados en la historia del balonmano español. Actualmente milita en el BM Granollers, equipo con el que se ha consolidado como una de las jóvenes promesas de la liga. Su ambición es clara: llegar a vestir la camiseta de la selección española, tal y como hizo su progenitor.
En la entrevista concedida a la agencia EFE, el joven deportista ha reconocido que la pasión por el balonmano le viene de familia. Sin embargo, insiste en que su trayectoria busca su propio sello, sin depender del apellido. “Quiero progresar como jugador y ver hasta dónde puedo llegar”, explicó.
Su entorno familiar ha jugado un papel clave en su desarrollo. La infanta Cristina, a quien describe como su “mayor admiradora”, asiste con frecuencia a sus partidos. No es raro verla en las gradas, a menudo acompañada por Johanna Zott, pareja de Pablo desde 2022.

El joven rompe su habitual discreción y habla abiertamente de su padre
En la conversación, Pablo ha roto con la cautela que siempre había mostrado al hablar de Iñaki Urdangarin. Reconoce que las comparaciones con Iñaki han estado presentes desde sus inicios, pero ahora las ve como un impulso más que como una presión. “Hace tiempo que dejé de verlo como un peso; lo siento como un apoyo constante”, confesó.
Sobre la relación con Iñaki, afirma que sigue recibiendo consejos antes de cada partido, aunque la ayuda más valiosa es la mental. “Siempre lo llamo antes de jugar. Me ayudaba mucho más en lo mental que en el propio balonmano”, recordó.
El vínculo padre e hijo también se refleja en un detalle simbólico: Pablo juega con el número 77. Un guiño al mítico dorsal 7 que llevó Iñaki durante su etapa profesional. Un gesto que para él es un homenaje y, al mismo tiempo, un amuleto personal.
Iñaki: la sombra y el legado del pasado
Iñaki Urdangarin sigue siendo un referente indiscutible del balonmano español, pese a las controversias en su vida personal. Durante catorce temporadas vistió la camiseta del FC Barcelona, con la que ganó seis Copas de Europa y diez Ligas Asobal. Con la selección española sumó dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos y otra en el Campeonato de Europa.
Este historial deportivo es parte del peso que Pablo ha aprendido a manejar. “Entiendo por qué me comparan, pero quiero ser valorado por mi trabajo”, declaró en otra ocasión. Una postura que refleja su determinación por construir un camino propio.
Su historia demuestra que, más allá de la fama familiar, la constancia y el esfuerzo siguen siendo los motores que guían su carrera. En Francia, donde su entrevista ha tenido eco, ya se empieza a hablar de él como algo más que 'el hijo de'. El tiempo dirá si consigue escribir su nombre con la misma fuerza que lo hizo Iñaki Urdangarin en la historia del balonmano.