Un hombre sonriente con barba pelirroja señala hacia la cámara mientras lleva una camisa oscura.

La nueva aventura empresarial del Príncipe Harry

El Príncipe Harry sorprende a la prensa del corazón con su nueva aventura como empresario.

Mientras el rey Carlos III realizaba una visita histórica a Canadá para defender la soberanía británica ante presiones diplomáticas de Estados Unidos, su hijo, el príncipe Harry, irrumpía en la escena internacional por su cuenta. Sin avisar y completamente solo, el duque de Sussex aterrizó en Shanghái, China, para participar como ponente principal en una cumbre sobre turismo sustentable organizada por la empresa Trip.com.

Vestido de forma sobria, pero distendida, Harry inauguró la conferencia con un discurso apasionado en el que llamó a la industria a transformar radicalmente la forma de viajar. Desde su exilio voluntario en California, lejos de los protocolos de la Casa Real británica, el príncipe se ha volcado en iniciativas medioambientales.

Travalyst: el proyecto verde de Harry

Harry no viajó como figura decorativa. Fue invitado como fundador de Travalyst, una organización que impulsa el turismo responsable y ecológicamente equilibrado. Subrayó la urgencia de actuar antes de 2030 para mitigar el impacto ambiental del turismo masivo. “El cambio climático no es solo un desafío ambiental. Es una emergencia empresarial crítica”, remarcó con firmeza.

Una mujer con abrigo blanco y un hombre con chaqueta oscura están juntos al aire libre, detrás de ellos aparece un emoji grande de cara llorando.
La separación entre Meghan Markle y el Príncipe Harry es un hecho. | XCatalunya

La organización trabaja con gigantes tecnológicos como Google y Skyscanner en el desarrollo de un modelo de impacto que permite calcular cuántas emisiones de carbono genera cada vuelo. Esta herramienta está en fase de prueba y pretende integrarse a plataformas para que los viajeros puedan elegir itinerarios con menor huella ecológica.

La paradoja del activismo aéreo

Pese a su discurso en favor del clima, hay algo que generó debate entre asistentes y analistas. Se desconoce qué tipo de vuelo utilizó Harry para llegar a China. Aunque algunos apuntan que lo hizo en una aerolínea comercial, otros sospechan que viajó en avión privado, un medio notoriamente contaminante.

Una pareja sonriente posando frente a un fondo azul.
Meghan Markle y el principe Harry en un montaje con fondo azul. | XCatalunya, @theroyalfamily, Canva Creative Studio

La paradoja es evidente: mientras impulsa una calculadora de emisiones y alerta sobre el impacto del turismo, el propio Harry podría haber contribuido con varias toneladas de CO₂ en su desplazamiento. Según datos del Departamento de Seguridad Energética británico, un vuelo de ida y vuelta en primera clase entre Los Ángeles y Shanghái puede generar hasta 6,3 toneladas de gases de efecto invernadero por pasajero.

El discurso más personal de Harry

Lejos de los protocolos reales y con un tono más humano, Harry hizo referencia a sus dos décadas de experiencia en temas de conservación. “He sido testigo directo de cómo el turismo puede ser una herramienta de cambio positivo o una fuente de tensión ambiental y cultural”, afirmó.

También lanzó un mensaje de perseverancia: “La verdadera medida de nuestro compromiso es cómo respondemos cuando el camino se vuelve difícil. Nunca debemos rendirnos”.

La audiencia, compuesta por ejecutivos del sector, investigadores y autoridades chinas, lo recibió con respeto y entusiasmo. Su presencia en China no solo fue vista como un gesto ambiental, sino también como una maniobra diplomática de alcance global, justo en un momento en que Reino Unido y China atraviesan tensiones comerciales y políticas.

El dato final que muchos ignoraban

Lo más impactante llegó al cierre de su intervención, cuando se confirmó oficialmente que Harry es el segundo miembro de la familia real británica en visitar China en la última década, tras el viaje de su hermano William hace diez años. Pero aún más sorprendente fue conocer el verdadero alcance del impacto ambiental de su viaje.

Según una organización activista, un vuelo en primera clase entre California y Shanghái puede emitir más gases de efecto invernadero que 3.500 millones de personas en un solo día. Una cifra devastadora, que deja al descubierto la difícil contradicción entre el discurso ambiental y la práctica del poder.