El piloto que desafía cada curva y la influencer que domina cada plano han encontrado otro terreno común lejos del ruido del paddock. No hablamos de bistrós con mantequilla ni de trattorias con pasta humeante. Su plan favorito, discreto y cada vez más habitual, transcurre entre barras de cuchillos afilados y pescado de primera.
La escena se repite desde hace meses y vuelve ahora, con la temporada bien encarrilada: una mesa íntima, miradas cómplices y una elección gastronómica clara. Nada de tópicos. Nada de fotos impostadas. Solo una afinidad que se ha convertido en seña de identidad de la pareja.
La cena que delata su auténtica debilidad culinaria
La pista no salió de una exclusiva televisiva, sino de sus propias redes. Gemma Pinto compartió en Instagram una nueva salida con Marc Márquez a un templo del sushi de Madrid, confirmando que lo suyo con la cocina japonesa no es un capricho pasajero. El lugar elegido, Sushi Bar Tottori, firma de alta cocina nipona con sello de precisión y producto, se ha convertido en parada recurrente del tándem. La pareja parece ir en busca de discreción, una sala cuidada y una carta que rinde culto a cortes limpios, nigiris finos y tartares que entran por la vista.

Del italiano del box a la barra nipona
Márquez vive pegado a un entorno italiano desde su salto a Ducati. Sin embargo, su mesa ideal no parece encontrarse en una trattoria. Cuando toca desconectar, ni italiana ni francesa, su cocina favorita parece que "habla" japonés y su brújula apunta al sabor umami. Tottori ofrece menús cerrados con pases medidos, nigiris de lubina con yuzu, cortes de toro y guiños templados como wagyu o yakitori.
En una de las stories donde se muestra esta pasión, Pinto dejó un elogio rotundo a la experiencia y mostró a Márquez disfrutando de la velada. La recepción fue inmediata con comentarios celebrando la normalidad de la pareja y peticiones de recomendaciones de platos.
Lo que muestran ellos y lo que comenta la audiencia
La relación entre celebridad y gastronomía siempre genera ruido, pero aquí hay algo más que una foto bonita. En tiempos de titulares volátiles, repetir mesa y cocina dice mucho. La constancia de Márquez al competir con precisión milimétrica, combina con la filosofía detrás de los cortes de Tottori.

La pareja seguirá viajando por media Europa, con fines de semana de vértigo y focos encendidos. La pregunta es si en el próximo parón volverán a la barra japonesa o se atreverán con una izakaya más cañera. Si el romance tiene un sabor, el de ellos ya está claro.