Desde que la princesa Kate y el príncipe William anunciaron su paso atrás en ciertas apariciones reales, los analistas más atentos han detectado señales claras de que algo ha cambiado en su relación con el resto de la Familia Real. Y si bien el titular apunta a otros rostros, en realidad son ellos quienes comparten el centro del escenario este verano.
La cancelación inesperada en Ascot
A mediados de junio, Kate Middleton canceló de forma inesperada su asistencia a la prestigiosa procesión del Royal Ascot, apenas horas después de aparecer en el listado oficial de participantes. Su ausencia no fue casual. Será recordada como una decisión meditada.
Kensington Palace alegó que la princesa necesitaba "encontrar equilibrio" tras un regreso a la actividad pública gradual después del tratamiento contra el cáncer. Sus amistades confirmaron que el calor inusual en el Reino Unido y un calendario muy cargado también influenciaron su elección.

Sin embargo, algunos medios interpretaron su retirada como una declaración de independencia frente al estilo "herencia real" que ha defendido el rey Carlos III. Se especuló incluso con un enfrentamiento silencioso entre Kate y Camilla, al subrayarse que problemas de protocolo nunca justificarían un gesto tan significativo.
Entre el deber y la salud familiar
Durante la celebración del Ascot, el príncipe William apareció en solitario junto a su padre y Camilla, ocupando el carruaje donde originalmente iba Kate. La instantánea, captada el 18 de junio, reflejó su serenidad y compromiso, pero también su responsabilidad al suplir a su esposa.
Este mes ha sido especialmente intenso para él. Acaba de cumplir 43 años el 21 de junio y, pocos días antes, compartió una emotiva fotografía junto a su familia—incluyendo a sus tres hijos y el perro Orla—como muestra de gratitud tras un año complicado.

Además, fuentes cercanas aseguran que William ha adoptado una posición cada vez más firme dentro de la institución. En su entorno se habla de su desapego respecto a las viejas formas de la monarquía—como el apego de Carlos III a símbolos ocupados por analistas como «cosplay de Disney»—y de un claro deseo de modernización.
Kate y William frente al conflicto familiar
La fractura con el príncipe Harry sigue latente. William ya no se inmuta ante las declaraciones del Sussex; su apoyo constante a Kate ha reforzado su postura, según expertos reales. El príncipe de Gales consideraba que Harry traicionó la confianza de su esposa, y Kate, antes dispuesta a mediar, ha debido aceptar que el camino hacia la reconciliación puede estar cerrado.
El año pasado, William describió 2024 como “probablemente el peor de mi vida”, marcado por el cáncer de Kate y de su padre, Carlos III. Desde entonces, ha priorizado resguardar a su familia y guiar la institución hacia un modelo más práctico y menos ceremonial.

¿Qué puede venir ahora?
En lo inmediato, se espera que Kate retome su agenda oficial de manera paulatina. Según confidencias, ella y William planean mantener siempre una presencia moderada en actos clave, combinando deber público y resguardo personal.
Por su parte, William sigue consolidándose como sucesor más moderno. Sus iniciativas—como Earthshot o esfuerzos en salud mental rural—han ganado nueva relevancia, alineadas con un enfoque menos recargado de la tradición.
Kate y William mantienen una imagen cohesionada, situándose en la antesala de una nueva etapa monárquica más equilibrada y consciente. El próximo otoño, en actos como la Commonwealth o compromisos benéficos, se verá si reproducen la misma estrategia armoniosa o se abren nuevos capítulos en esta saga real.