Una remodelación interna en el equipo de comunicación de los duques de Sussex ha puesto en evidencia una estrategia renovada de Meghan Markle para reposicionar su imagen pública. Pero, ¿qué motiva este giro? Y, sobre todo, ¿cómo se traduce para el príncipe Harry?
¿Qué ha cambiado en el equipo de los Sussex?
En los últimos días, cuatro miembros clave de su gabinete de prensa han abandonado el barco: entre ellos, Kyle Boulia (prensa en Los Ángeles) y Charlie Gipson (UK), además de otros dos integrantes del círculo más íntimo. Con ellos también ha salido el antiguo estilo de comunicación, vetusto y rígido, en favor de una nueva directiva liderada por Meredith Kendall Maines de Method Communications.
Este relevo interno se produce semanas después de que Meghan optara por prescindir de su equipo habitual y apostara por una agencia más “disruptiva”, como reflejan publicaciones recientes del vídeo familiar de Father’s Day.

¿Qué busca Meghan con el nuevo enfoque?
El objetivo parece doble. En primer lugar, recuperar el control narrativo tras una oleada de críticas y salidas masivas en los últimos meses. En segundo lugar, acercarse al público con un mensaje más humano y creíble: el famoso vídeo de Harry y Archie, con caras al aire y ambiente cotidiano, rompe con la política anterior de ocultamiento. Eso sí, ha sido tildado por algunos como maniobra calculada para “un marketing emocional” que busca viralidad.
Repercusiones para Harry: ¿se adapta o se resiste?
Harry se convierte en pieza central de este cambio. Desde el ‘Megxit’, el duque de Sussex ha tenido que rehacer su trayectoria pública, combinando causas sociales, defensa legal y media. Pero el relevo en su imagen corporativa revela tensiones. Según informaciones, el ritmo de salidas y el enfoque inconsistente han afectado al príncipe, que ahora debe justificar su giro estratégico mientras lidia con críticas por su entrevista a la BBC y la batalla legal perdida en materia de seguridad privada.
Por otro lado, Harry ha sido retratado en actos más familiares y cercanos: el paseo en bicicleta junto a Archie —que algunos consideran una pulla indirecta a su infancia real— y un discurso paterno emotivo, parecen formar parte de un storytelling emocional diseñado desde el entorno de Meghan.

¿Por qué ahora? ¿Qué contexto pesa?
Este giro comunicativo llega tras un año turbulento: renuncias masivas en su equipo, entrevistas controvertidas y episodios sensibles —como el vídeo del parto de Lilibet— han erosionado su imagen. La construcción de su marca personal (“As Ever”, “With Love, Meghan”) y las polémicas (problemas de copyright en el logo de su empresa) implican que los Sussex necesitan afianzar una narrativa controlada y coherente.
Un desafío de credibilidad
El cambio impulsado por Meghan busca equilibrar su autenticidad con las demandas de un público que ya no la ve sólo como duquesa, sino como figura pública e incluso empresaria. Esta transformación incluye intervenciones en redes (como el vídeo de la madre embarazada bailando, que algunos interpretan como sutil crítica a la rigidez real).
Para Harry, esto supone aceptar una estrategia más coreografiada, donde la familia se vuelve contenido emocional. El reto está en mantener la frescura sin caer en tácticas de hipervisibilidad.