Pareja tomándose una selfie en un paseo en barco con un emoji de cara pensativa en la esquina superior izquierda

El curioso lugar dónde Ronald Araujo conoció a su mujer

El futbolista uruguayo conoció a su mujer en un lugar que nunca adivinarías.

En el FC Barcelona, un club lleno de figuras mediáticas y deportistas de élite, también hay espacio para las historias de amor sencillas, profundas y alejadas de los focos. Una de las más bonitas y discretas es la protagonizada por el defensa uruguayo  Ronald Araújo y su pareja, Abigail Olivera.

Un encuentro inesperado que marcó sus vidas

Ronald Araújo y Abigail Olivera se conocieron cuando ambos tenían 16 años. Lo que hace especial su historia es el lugar donde surgió el flechazo: la iglesia. Así lo ha explicado la propia Abigail en un reciente reto de preguntas y respuestas en sus redes sociales, donde, con naturalidad y una gran sonrisa, desveló el origen de su relación con el central del Barça.

“Nos conocimos en la iglesia, cuando teníamos 16 años”, escribió. Un mensaje breve, pero que dice mucho de la esencia de la pareja: sencillez, fe y compromiso. La religión y la espiritualidad son pilares fundamentales en la vida de ambos. De hecho, este primer encuentro en un entorno de valores compartidos marcó el inicio de una relación sólida.

Un jugador de fútbol sonríe mientras sostiene una medalla y hace un gesto de aprobación con el pulgar, vistiendo una camiseta azul y roja con un escudo de equipo.
Araújo y el escudo del FC Barcelona de fondo en un montaje. | F.C. Barcelona, XCatalunya, Canva Creative Studio

A diferencia de otras parejas del mundo del fútbol que comparten hasta el mínimo detalle de su día a día, Ronald y Abigail optan por la discreción, limitando sus publicaciones en redes sociales a momentos muy seleccionados.

Una familia unida y con principios

Fruto de esta relación nacieron sus dos hijas: Aitana y Adara. Ambas se han convertido en las pequeñas protagonistas de las publicaciones familiares, donde a menudo aparecen disfrutando de momentos entrañables con sus padres, ya sea en un parque, en un viaje a Disneyland o celebrando un cumpleaños. 

Joan Laporta y Ronald Araújo, del Barça
Joan Laporta habría decidido que Araújo no seguirá en el FC Barcelona. | XCatalunya, Canva

La pedida de mano de Ronald a Abigail fue uno de esos momentos que sí decidieron compartir, y fue realmente espectacular.  El central del Barça preparó una romántica velada con globos, confeti y fuegos artificiales para arrodillarse y entregarle el anillo. Un instante mágico que reforzó aún más el vínculo de la pareja.

Valores que marcan la diferencia

El perfil bajo y los valores que defienden Ronald y Abigail han sido puestos en valor en más de una ocasión. En ese mismo reto de preguntas y respuestas, Abigail también desveló su versículo preferido de la Biblia: “Para aquellos que lo aman, Dios ha preparado cosas que nadie jamás pudo ver, ni escuchar, ni imaginar”.

Una frase que refleja la fe que guía sus vidas y que les ha acompañado desde su juventud. Abigail también contestó otras preguntas sobre su vida personal. A la habitual cuestión sobre si desean ampliar la familia, respondió con sinceridad: “Por ahora no”. Y al ser consultada sobre sus sueños, sorprendió al mostrar una faceta solidaria.

“Me gustaría ayudar más a la gente que lo necesita, tener una ONG, una fundación, algo de eso”. Un deseo que habla de su compromiso social y de su intención de devolver parte de lo que la vida le ha dado.

Un amor discreto pero inspirador

La historia de Ronald Araújo y Abigail Olivera demuestra que el amor verdadero no necesita grandes alardes ni titulares sensacionalistas. Su relación, forjada en la adolescencia y cimentada en la fe y el respeto mutuo, es un ejemplo dentro y fuera del mundo del fútbol. 

En un universo futbolístico donde a menudo se habla más de lujos y polémicas que de valores, la pareja formada por Ronald y Abigail es un soplo de aire fresco. Un recordatorio de que el éxito profesional puede ir de la mano de la sencillez, la fe y el compromiso familiar.  Y todo comenzó, curiosamente, con un encuentro en misa, el punto de partida de una historia que continúa escribiéndose día a día.