La imagen de la Princesa Leonor ha sido, desde su nacimiento, un proyecto de Estado medido al milímetro. Cada gesto, cada aparición y cada palabra forman parte de una cuidada estrategia para construir la figura de la futura Jefa de Estado.
Tras un año de extrema dureza en la Academia Militar de Zaragoza y una exigente travesía de seis meses a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano, la heredera está de vacaciones. Sin embargo, detrás de la fachada institucional, late el pulso de una joven de 19 años que anhela la normalidad.
Las vacaciones estivales en Mallorca siempre han sido el termómetro que mide la temperatura de la Familia Real. Este año, la llegada de Leonor era especialmente esperada. Sus primeras apariciones, visitando el Club Náutico o acudiendo al cine con su madre, la Reina Letizia, y su hermana, la Infanta Sofía, seguían el guion previsto. Pero los días previos a su agenda oficial, pasados en la teórica calma del Palacio de Marivent, parecen haber escondido un secreto que ahora agita a Letizia Ortiz.

De la disciplina militar a la noche ibicenca
Mientras la prensa se preguntaba por su ausencia en los primeros días de la familia en Palma, parece que la Princesa de Asturias tenía otros planes. Según afirman diversas voces cercanas a la isla, Leonor habría protagonizado una discreta escapada a la vecina Ibiza, el epicentro de la fiesta y el lujo mediterráneo. Un viaje relámpago y de incógnito para saborear unas horas de libertad lejos del foco mediático.
La operación, según se ha filtrado, fue diseñada para pasar completamente desapercibida. Leonor, consciente de que cada movimiento suyo es analizado, habría recurrido a un disfraz propio de una turista más: peluca y gafas de sol de gran tamaño, un atuendo pensado para mezclarse entre la multitud que abarrota los locales de moda de la isla.
Lejos de la solemnidad de los actos castrenses, la heredera habría disfrutado de la noche ibicenca, permitiéndose alguna licencia que, según los rumores, incluyó alguna copa.

Las mismas fuentes señalan que, con gran autocontrol, Leonor es plenamente consciente de sus límites y sabe cuándo detenerse, cambiando cualquier bebida alcohólica por refrescos energéticos para no perder la compostura. Un equilibrio difícil para una joven bajo presión constante. Otras informaciones, posiblemente exageradas, dicen que terminó 'muy pasada' alguna de esas fiestas.
La sombra de Froilán y la preocupación de Letizia
La elección de Ibiza no es casual y añade una capa de complejidad al asunto. La isla es territorio conocido para su primo, Froilán de Marichalar, cuyas andanzas han protagonizado innumerables titulares. La comparación es inevitable y, precisamente por eso, la supuesta escapada de Leonor genera tanta tensión. La Reina Letizia ha dedicado años a construir una imagen para sus hijas radicalmente opuesta a la de sus sobrinos.
Quien también exagera es Letizia si no comprende que Leonor también quiere hacer propias de una chica de su edad. Una libertad que tuvieron su padre, Felipe VI y su abuelo, Juan Carlos I.

El emérito, eso sí, intentaba ser discreto y aprovechaba los veranos en Estoril con sus padres. Durante su estancia en España, y con Franco todavía vivo, no podía permitirse ciertos escándalos. El carácter ultraconservador del dictador - y muy especialmente el de su mujer, Carmen Polo - no aconsejaban a ello.
Su primo, Alfonso de Borbón, también era candidato a la sucesión - Juan Carlos no fue nombrado oficialmente como futuro Rey hasta 1969 - y su estilo de vida casaba más con los valores del régimen.