Un gesto, una sonrisa o esos rizos oscuros que lucen la pequeña Ona y su hermana Sira nos recuerdan poderosamente a su madre Berta. En los últimos meses, la popularidad de Marc Ribas ha crecido no solo por su talento culinario, sino por mostrar este reflejo familiar tan parecido entre madres e hijas, un detalle que ha encendido la curiosidad mediática.
El chef y presentador, conocido por 'Cuines' y 'Joc de cartes', ha mantenido siempre un halo de discreción alrededor de su vida privada. Sin embargo, sus hijas han comenzado a asomarse al plató, permitiendo que los espectadores puedan comprobar ese asombroso parecido con su madre, la enigmática Berta.
Una presencia cada vez más habitual en TV3
Aunque Marc suele evitar compartir detalles íntimos en redes, sus hijas no han dudado en acompañarlo al programa en varias ocasiones. En un episodio de 'Cuines' dedicado a la castanyada, Marc cocinó panellets junto a Ona y Sira, contagiando ternura y familiaridad a la audiencia. La complicidad entre padre e hijas, y esos pequeños gestos que acercan sus rasgos a los de Berta, no han pasado desapercibidos.

¿Quién es Berta y por qué su rostro es un misterio?
Según distintos reportajes, Berta es la actual pareja de Marc Ribas, pero no la madre biológica de las niñas. Sus hijas, nacidas de una relación anterior del chef, lucen rasgos muy similares a esta mujer que ahora comparte su vida. Su nombre, su trayectoria y su perfil se mantienen en la sombra, lo que alimenta el interés del público.
Esta realidad añade un giro interesante: Berta se ha convertido en todo un símbolo, aun sin ser el centro de los flashes. El parentesco no se limita al físico: se intuye una conexión afectiva profunda entre ellas, incluso a través de breves apariciones en pantalla. Por eso, cuando Marc alude cariñosamente a “la yaya” en algún programa, nos hace percatar de que las niñas pueden haber heredado esa forma de mirar, esa sensibilidad, en sintonía con su madre.
Un retrato familiar con magia televisiva
El chef ha contado infinidad de anécdotas ligadas a su entorno personal; ha explicado, por ejemplo, que hace panellets con sus hijas inspirándose en la cocina de su madre, la abuela, una tradición que podría emparentarse con la influencia de Berta en el día a día. Además, sus redes se han llenado de momentos entrañables: desde paseos por Terrassa, su ciudad, hasta programas especiales en los que Ona participa activamente en recetas, reflejo de esa transmisión de valores familiares que trasciende lo culinario.

Un encaje perfecto entre lo público y lo privado
El interés mediático por Berta muestra cómo en la era digital el público se siente atraído no solo por el protagonista, sino por su entorno inmediato. El parecido físico entre madre e hijas dispara esa naturaleza humana de buscar continuidades y vínculos. Pero Marc Ribas lo ha manejado con respeto y elegancia: ni un exceso de exposición ni un silencio absoluto. Ha sabido dosificar lo justo, dejando disfrutar de los rasgos de familia que emergen en pantalla, sin renunciar a la privacidad de Berta.