Desde su regreso a Instagram a principios de año, Meghan Markle ha ejecutado una jugada de manual en el tablero mediático. Lo que comenzó como una vuelta discreta, sin comentarios ni “Me gusta” visibles, ha evolucionado en una estrategia afinada capaz de generar un crecimiento explosivo y una conexión emocional real con su audiencia.
El impulso tras cambiar de equipo de comunicación
A finales de junio, Meghan y el príncipe Harry decidieron despedir a buena parte de su gabinete, incluido el entorno en Los Ángeles y Reino Unido, y contratar a la agencia Method Communications. Según una experta, este relevo coincidió con un cambio profundo en la frecuencia y el tono de las publicaciones. Desde febrero, la duquesa ha ganado 2,3 millones de seguidores, alcanzando los 3,8 M en Instagram.
La piedra angular fue un vídeo doméstico: Meghan bailando junto a Harry en la sala de parto antes del nacimiento de su hija Lilibet, que superó los 50 M de reproducciones. La naturalidad, sin filtros ni postproducción, marcó la transición hacia una narrativa emocional y cercana.

De la privacidad extrema a la exposición selectiva
Hasta 2021, los Sussex mantenían a sus hijos fuera del foco. Hoy, en cambio, aparecen en vídeos y fotogramas, desde el Día del Padre hasta instantes cotidianos con Archie y Lilibet, ahora protagonistas de contenidos familiares. El cambio ha sido meditado: cerrar comentarios para proteger su bienestar, aunque también ha generado críticas sobre una posible “estrategia comercial”.
En palabras de un experto, esta exposición familiar rompe con la narrativa de ocultamiento y podría hacer crecer una marca personal con base emocional y auténtica.
Reacciones, críticas y repercusión
Los resultados están ahí: publicaciones con más de medio millón de nuevos seguidores en un mes, contenido viral en redes y respuestas positivas a la “marketing emocional”. No obstante, también hay voces críticas: expertos aseguran que mostrar a los menores responde a una intención mercantil a largo plazo.

Harry, por su parte, refuerza esta narrativa. En el Nexus Global Summit explicó que la pareja fue de las más acosadas en 2018. Ahora quieren construir una plataforma propia para hablar desde su experiencia.
¿Jugada brillante o estrategia arriesgada?
Esta evolución parece tener tres objetivos claros. En primer lugar, humanizar la pareja, mostrando su día a día familiar. Pero también controlar el mensaje, seleccionando qué aparece y cómo; y monetizar una narrativa emocional, vinculada a proyectos como su marca As Ever, su serie de Netflix y futuros lanzamientos.
Hasta ahora, los números acompañan: marcas agotadas, engagement creciente y visibilidad mediática. La “jugada” de Meghan Markle ha resultado efectiva. Ha logrado reposicionar su imagen pública, conectar con millones de personas y transformar contenido personal en una estrategia con propósito. Queda por ver si este equilibrio entre exposición y privacidad se mantendrá a largo plazo.