Desde que el príncipe Harry y Meghan Markle abandonaron sus funciones como miembros activos de la monarquía británica en 2020, sus pasos han sido escrutados con lupa. Lo que comenzó como una valiente apuesta por la libertad y la autonomía, ha derivado en una travesía compleja, cargada de obstáculos sociales, mediáticos y personales.
La pareja, una de las más mediáticas de la última década, ha experimentado una caída estrepitosa en su popularidad. De figurar en las portadas de revistas como íconos de modernidad, empatía y renovación institucional, han pasado a ocupar titulares más bien marcados por la controversia y la distancia con Buckingham.
De celebridades globales a figuras incómodas
El "Megxit", como lo bautizaron los tabloides británicos, representó un punto de inflexión tanto para la pareja como para la monarquía. Las tensiones con la familia real, las entrevistas explosivas (como la de Oprah Winfrey) y los constantes rumores sobre disputas internas han generado un desgaste notable en su imagen pública.

En los últimos años, Harry y Meghan han intentado reinventarse fuera de la monarquía, con proyectos audiovisuales, colaboraciones editoriales y actividades filantrópicas. Sin embargo, los resultados han sido desiguales. Mientras algunos elogian su compromiso social, otros los critican por vivir de la fama heredada del trono del que quisieron huir.
A esto se suman los problemas legales que los han perseguido, el desgaste emocional de mantenerse constantemente en la diana mediática y, más recientemente, una revelación que ha causado estupor incluso entre sus seguidores más fieles.

Un intento de romper definitivamente con el pasado
En un intento por marcar un antes y un después definitivo con respecto a sus lazos institucionales, el príncipe Harry habría considerado una medida que afectaría a sus hijos. Según fuentes próximas a la pareja, el hijo menor del rey Carlos III contempló cambiar el apellido de sus hijos y abandonar el tradicional “Mountbatten-Windsor”.
La idea era adoptar el apellido materno de Diana, "Spencer", como símbolo de independencia y homenaje a su madre. Una ruptura simbólica y emocional con todo lo que representa la monarquía.
Según la misma fuente, Harry consultó este paso con su tío, el conde Charles Spencer, hermano de Diana, quien le habría desaconsejado tomar una decisión tan drástica. "Fue una conversación amistosa, pero Charles le explicó que adoptar legalmente el apellido Spencer implicaría romper con el linaje real de forma irreversible.
A pesar del deseo, la idea no prosperó. Las leyes británicas que rigen la familia real son inflexibles en este aspecto. Los certificados de Archie y Lilibet Diana seguirán reflejando el apellido Mountbatten-Windsor, tal como dicta la tradición y la normativa vigente. Harry tuvo que aceptar que hay decisiones que no dependen solo de su voluntad.
Impactante final: Harry y Meghan evalúan dejar Estados Unidos
Según reveló una fuente de confianza al semanario británico The Spectator, los duques de Sussex están considerando abandonar Estados Unidos y establecer su residencia permanente en un país europeo, posiblemente Portugal o Suiza. Y atención, porque os sorprenderán las razones.
El motivo no sería únicamente la presión mediática, sino también la percepción de aislamiento, fracaso económico de algunos proyectos y el deseo de criar a sus hijos en un entorno más reservado y con valores diferentes. Una decisión que supondría un segundo exilio y un nuevo capítulo en su vida lejos de los focos de Hollywood… y todavía más lejos de Buckingham Palace.