En los últimos días, los pasillos de la Zarzuela se han llenado de murmullos. Todo gira alrededor de Irene Urdangarin, quien se enfrenta ahora a un nuevo obstáculo: a pesar de su discreta presencia en Oxford y su relación con Juan Urquijo, su regreso a Madrid ha desencadenado un veto sin precedentes por parte de la reina Letizia. Y todo ello, justo cuando el verano está a punto de empezar.
Irene pospone su futuro académico y su integración vital
Hasta hace poco, Irene tenía proyectos claros: tras no lograr plaza en Lausana, apostó por un grado en organización de eventos en Oxford Brookes University. En esa etapa en Reino Unido, ha intentado llevar una vida lo más anónima posible, compartiendo residencia con otros estudiantes y evitando el foco mediático. Sin embargo, al finalizar el curso regresó a Madrid. No fue a Ginebra, sino que se instaló en el Palacio de la Zarzuela, muy cerca de su novio Juan —amigo de la familia real desde hace años—, algo que ha alterado la armonía familiar.
Letizia, firme como nunca: veto absoluto en Marivent
La reina Letizia habría trasladado un mensaje inequívoco: ni Irene ni Juan están autorizados a acudir al Palacio de Marivent durante sus vacaciones. Esta decisión, según fuentes oficiales, se apoya en una normativa no escrita impuesta tras el caso Nóos y los escándalos del rey emérito Juan Carlos I.

Además, este veto es más severo que en años anteriores: ninguna visita de la saga Urdangarin-Marichalar está permitida mientras la familia oficial esté en la isla. La consecuencia ha sido inmediata: Irene y Juan han tenido que cancelar billetes, coche de alquiler y toda su planificación de traslado a Palma.
Tensión en ascenso: impacto en el núcleo familiar
La prohibición ha generado tensión en los ámbitos más íntimos. Letizia, con una actitud notoria, habría endurecido su posición este año. La reina Sofía, aunque entristecida, ha decidido no interferir públicamente, intentando suavizar el ambiente. Mientras tanto, las infantas Cristina y Elena, y los hermanos de Irene, contemplan la ruptura tradicional de una foto familiar en Mallorca, uno de los momentos más simbólicos del verano borbónico.
Aunque recientemente se han descrito intentos de reconciliación entre Letizia e Irene de tradicionalmente distanciadas —como en verano de 2024—, este decreto veraniego evidencia que aún persisten tensiones profundas y límites muy claros en los encuentros familiares.

¿Qué opina Irene? Un pulso entre dos mundos
Irene, atrapada entre seriedad académica y su vida sentimental, ha intentado mantener un perfil bajo en redes sociales y medios. Sus frecuentes visitas a Madrid coinciden tanto con la universidad como con visitas a amigos y salidas nocturnas en compañía de Victoria Federica.
Su romance con Juan Urquijo —nieto de Teresa de Borbón-Dos Sicilias— comenzó con discreción, pero ahora se ha convertido en un vínculo más visible, lo que sin duda representa otro motivo de molestia para Letizia.