Un hombre con expresión seria y una mujer gesticulando sonriente están sentados juntos frente a un fondo de madera con un corazón rojo, mientras un emoji de bostezo aparece sobre el hombre.

Exceso de confianza de un madrileño en First Dates: Spoiler, sale mal

El soltero presume de atractivo en First Dates y termina con un final que no se esperaba

En el restaurante más famoso de Cuatro, un madrileño llegó convencido de que el amor le esperaba entre velas y cámaras. Su seguridad desbordante llamó la atención desde la barra, antes incluso del primer brindis con su cita. Lo que vino después recuerda que la televisión premia el carisma, pero penaliza la arrogancia mal calibrada. Óscar desarmó a todos con una frase digna de trending topic: lo mostró afirmando que es guapo, aunque todavía no se lo cree.

“Sé que soy guapo”

Él reconoció que no es un partidazo porque no sabe venderse y confesó una estafa de 2.600 euros en aplicaciones de citas. Frente a él, Sonia, orientadora laboral gaditana, contuvo la sonrisa hasta soltar una valoración tajante: no lo veía precisamente “guapito”. El ambiente derivó en risas nerviosas y en un baile con “Sex Bomb” donde incluso un problema de pantalón añadió más vergüenza que romance.

Hubo conversación sobre aficiones, trabajo y expectativas, aunque la sintonía emocional nunca terminó de aparecer entre los dos. Bailaron en el reservado, el gesto clásico que suele desbloquear los romances tímidos, pero nadie vio chispas reales allí. En la decisión final, él pidió una segunda cita con ilusión, y ella contestó que prefería seguir caminos separados. La escena cerró con educación, aunque dejó el mensaje de que la seguridad debe sostenerse con química y reciprocidad.

Dos personas sentadas frente a frente en una mesa de restaurante decorada con copas y bebidas, con un fondo de pared de ladrillo y luces cálidas
Cena de Óscar y Sonia en First Dates | First Dates

Del zasca elegante al debate sobre red flags

La risa de Sonia al escuchar el elogio propio de Óscar recorrió el plató y se convirtió en clip compartido en segundos. El programa difundió el momento en sus canales y los comentarios oscilaron entre la ironía y el consejo sentimental razonable. Muchos usuarios señalaron que la autenticidad resulta atractiva, pero presumir sin conexión previa suele levantar defensas automáticas. La cuenta oficial de First Dates alimentó la conversación con cortes del programa y zascas educados que avivan el fenómeno viral.

En la misma tanda de emisiones se vivió otra discusión muy comentada, cuando una pulsera con la bandera provocó un sonoro “red flag”. Ese clip abrió un debate paralelo sobre identidades, símbolos y compatibilidades, demostrando que el programa sigue leyendo el pulso social. Ambos momentos refuerzan una idea sencilla: los signos que cada uno trae a la mesa rara vez pasan desapercibidos.

Lección de autoestima televisada

Lo de Óscar no es un caso aislado en First Dates, donde la confianza mal medida suele desinflarse al primer contraste real. Días atrás, otro soltero sostuvo que nadie lo había llamado feo nunca, y terminó retratado de presuntuoso en plató. La hemeroteca reciente del programa acumula tropiezos similares, como el madrileño que pidió perdón por comer como un cerdo. El patrón se repite: si el relato personal no encaja con la percepción de la otra persona, el romance no despega.