Una escena cotidiana ha vuelto a encender la catalanofobia en redes. Bonbonreich, influencer catalana, se grababa mientras se maquillaba. En el vídeo conversaba con su hija de tres años. Lo hacía con naturalidad y en catalán. No se trataba de un vídeo político ni de una reivindicación.
Era una madre hablando con su hija. Una escena familiar que debería haber enternecido a cualquiera. Pero algunos no soportaron escuchar el catalán en sus pantallas. Los comentarios no tardaron en llegar. “No entiendo ni la mitad”. “¿Podrías poner subtítulos, maja?”. “¿No le enseñas castellano a tu hija?”. Críticas sin sentido hacia un acto íntimo.
Una lengua que sigue molestando
Bonbonreich suele hacer contenido en castellano. Tiene más de cinco millones de seguidores en TikTok. Más de ochocientos mil en Instagram. Su comunidad es enorme, pero eso no evita los ataques por hablar catalán. Ella suele dirigirse en castellano a su público. Pero en casa, con su familia, habla en catalán.

Como haría cualquiera en su entorno natural. Eso fue lo que quedó reflejado en el vídeo. Las redes no perdonan. Aunque el catalán sea una lengua oficial en Catalunya. Aunque sea su lengua materna. Aunque simplemente estuviera hablando con una niña pequeña antes de salir de casa.
¿Por qué sigue pasando esto?
Estamos en 2025. El catalán debería ser un hecho normal en redes. Pero no lo es. Cada vez que alguien lo usa, aparecen voces exigiendo subtítulos. Como si hablar catalán fuera una ofensa. Muchos dicen que no lo entienden. Pero no piden subtítulos con respeto.

Lo hacen con desprecio. Lo hacen con ironía. Lo hacen para hacer sentir mal a quien se expresa en catalán. La mayoría ni siquiera quiere entender. No quieren ver catalán en su feed. No les interesa la lengua. Solo quieren que desaparezca. Y aprovechan cualquier excusa para atacarla.
Una figura pública muy seguida
Raquel Martínez, conocida como Bonbonreich, no es una influencer cualquiera. Es una madre joven. Es una comunicadora constante. Comparte su día a día con naturalidad. Con su pareja, con sus hijos, con su hija pequeña. Siempre ha creado contenido sin postureo. Sin filtros. Sin miedo a mostrar lo cotidiano.
Y eso incluye hablar catalán en casa. No debería tener que justificarlo. No debería recibir odio por hacerlo. Su comunidad la apoya. Muchos seguidores han salido en su defensa. Han recordado que el catalán es una lengua oficial. Que tiene derecho a hablarla sin pedir permiso.
Catalanofobia disfrazada de cortesía
El odio no siempre grita. A veces viene disfrazado de educación. “Pon subtítulos, porfa”. “No te entiendo”. “Habla en cristiano”. Frases repetidas una y otra vez. Siempre con un mismo objetivo. No es una petición inocente. Es una forma de presión. Es una manera de decir “tu lengua no vale”.
De intentar que desaparezca. De hacer sentir vergüenza por hablar como siempre se ha hecho. Eso no es convivencia. Es intolerancia. Es catalanofobia. Y está más viva que nunca en las redes sociales.
Una respuesta con dignidad
Bonbonreich no ha caído en provocaciones. Ha respondido con clase. Con agradecimientos a los mensajes bonitos. Y dejando claro que seguirá hablando catalán cuando quiera. Donde quiera. Con quien quiera.
Porque no hay nada más digno que hablar tu lengua. Sobre todo con tu hija. Y si a alguien le molesta, el problema no es del idioma. El problema es suyo. La influencer que ha vivido todo este acoso se llama Raquel Martínez. Pero todo el mundo la conoce como Bonbonreich. Y tiene claro que no va a callarse nunca.