Desde hace unos años, la cruda realidad de la familia Borbón ha salido a la luz. Históricamente, la prensa había ocultado todos los rumores e infidelidades que afectaban al Rey Juan Carlos. Pero hoy se sabe todo. Tampoco se pudo ocultar la mala relación entre la reina emérita y Letizia Ortiz, actual reina consorte de España. Las malas relaciones afectan a más miembros de la familia.
Ahora la protagonista involuntaria es la princesa Irene de Grecia, la inseparable hermana de la Reina Sofía, cuya presencia en la residencia real se desvanece en una soledad que contrasta con la vitalidad de la nueva generación. Para la reina emérita, la situación se ha vuelto una fuente de profunda tristeza, y las miradas apuntan directamente a sus nietas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía.
La invisible presencia de la 'Tía Pecu'
Conocida cariñosamente en el círculo familiar como "la tía Pecu", Irene de Grecia ha sido durante décadas una figura constante y discreta al lado de su hermana. Fue testigo de la historia de España desde una posición privilegiada, compartiendo confidencias y apoyando a Doña Sofía en los momentos más complejos de su reinado.

Sin embargo, el tiempo ha pasado factura. Hoy, la princesa Irene enfrenta un delicado estado de salud que la ha relegado a una de las alas más privadas del palacio, dependiente de cuidados constantes y alejada del bullicio de la vida oficial.
Fuentes cercanas a Zarzuela confirman que su movilidad es muy reducida y su memoria, frágil. Vive en un retiro forzoso, una situación que se hace más amarga por la ausencia de quienes deberían estar más cerca. A pesar de compartir techo con parte de su familia, la desconexión es palpable y dolorosa, convirtiendo los muros del palacio en una frontera infranqueable.
Una nueva Generación distante del legado griego
El foco de la preocupación de la Reina Sofía recae sobre la actitud de sus nietas. La Princesa de Asturias, Leonor, y su hermana, la Infanta Sofía, parecen vivir en una realidad paralela a la de su tía abuela. Según se comenta en los círculos palaciegos, ninguna de las dos ha dedicado tiempo a visitar a Irene en los últimos tiempos. La indiferencia no parece nacer de un conflicto directo, sino de una fría distancia generacional.

Cuando la Princesa Leonor regresa a España de sus obligaciones formativas, sus estancias en Zarzuela son fugaces. Se limita a encuentros puntuales con su abuela, la Reina Sofía, pero en su agenda no hay espacio para la "tía Pecu".
Por su parte, a la Infanta Sofía ni siquiera se la espera. La nueva generación Borbón, con la Reina Letizia marcando un claro antes y un después en las dinámicas familiares, no ha heredado el apego por la rama griega de la familia, un pilar fundamental en la vida de su abuela. Esta ausencia se siente con más fuerza ahora, cuando el estado de Irene es especialmente preocupante. Quizá ahora coinciden en Marivent.