Desde siempre, Pilarín Bayés ha sido una de las artistas más queridas en Catalunya. La ilustradora de Vic, que con sus dibujos llenos de ternura y chispa huye del rigor académico, ha conquistado a los más pequeños y también a los mayores. Su figura, tan entrañable como versátil, vuelve a estar en el centro de atención, gracias a un regalo que ha emocionado sin estridencias, pero con esa autenticidad que la caracteriza.
Pequeños seguidores ilustran la gran figura de la artista catalana
Ahora, ha sucedido algo que no solo reconfirma ese vínculo intergeneracional, sino que lo enciende. Han sido los niños quienes le han regalado a ella, con la frescura de sus lápices. En sus historias de Instagram, la ilustradora compartió una colección titulada “Retratos que me hacen los chiquillos”. La publicación mostraba una serie de dibujos, obra de sus seguidores más pequeños.
En ellos cada niño había plasmado su propia imagen de Pilarín: su figura, su gesto, sus mejillas sonrojadas. Ella describe el conjunto como “fabulosos”. Este gesto espontáneo no fue un encargo organizado, ni una propuesta mediática: fue una sorpresa auténtica. Un coro de pequeños artistas que, de manera individual, decidieron devolverle con su propio arte el cariño y el ejemplo que Pilarín ha dado durante décadas.
Un cariño sólido en redes
En redes sociales, la recogida de dibujos no ha pasado desapercibida. El perfil oficial de Pilarín Bayés en Instagram, con más de 150.000 seguidores, acogió la iniciativa con emoción y cercanía. Más allá de los “me gusta”, han surgido comentarios de admiración.
Muchos destacan cómo una figura pública puede inspirar gestos tiernos de agradecimiento a tan temprana edad. El mismo medio que reflejó la noticia, El Nacional, comentaba que la propuesta “ha tocado la fibra de Catalunya”.
Pilarín Bayés: trayectoria y vínculo emocional
Con casi 900 libros ilustrados, colaboraciones con Cavall Fort y la Creu de Sant Jordi, su carrera ha girado siempre en torno a los niños, la educación y la emoción. Su estilo, siempre reconocible por las mejillas rojas y trazos cálidos, ha fomentado la lectura, la imaginación y el bienestar emocional en varias generaciones.
Ese mismo vínculo que ella forjó con su obra durante décadas, ahora se ve reflejado en cada uno de los retratos. Lo que se inició como una relación creadora entre ilustradora y público, ha cobrado vida activa en ese simple, pero poderoso gesto: el regalo de arte hecho por niños.
Creatividad en cadena
Este tipo de respuesta por parte de los seguidores refuerza el papel que Pilarín ha asumido como transmisora de valores como la inocencia, el cariño y la cercanía. No se trata solo de admiración pasiva; es una respuesta creativa, cargada de emoción, que convierte a la artista en musa y ejemplo. La viralidad del acto también pone en relieve cómo una figura adulta, con tantos años de historia, puede seguir conectando con la infancia contemporánea.
Además, en este caso, no lo hace por medio de flores o palabras, sino de imágenes directas, sinceras y espontáneas. Este regalo de retratos personalizados por parte de niños convierte a Pilarín Bayés en un reflejo del arte que alimenta arte. Una prueba más de que la ternura puede crecer de forma contagiosa y creativa.