Durante años fue un recuerdo borroso de la televisión de los dos mil. Hoy, ese pasado regresa con un capítulo judicial que cambia el relato. Paco Porras ha decidido hablar tras conocer una resolución que llevaba dos décadas esperando. Su testimonio llega con dolor físico y una advertencia sobre los límites del espectáculo.
La resolución que reabre un caso enterrado
Según La Voz de Galicia, Porras ha ganado a Javier Cárdenas el juicio por las graves lesiones derivadas de un famoso vídeo en el que aparece arrastrado por una lancha. La noticia confirma un litigio largo y espinoso que ha atravesado cambios de época y plataformas. Porras ha detallado que, pese a la sentencia favorable, aún no ha cobrado la indemnización. Alega que Cárdenas se habría declarado en ERE para evitar el pago.
El rodaje de “FBI: Frikis Buscan Incordiar” que acabó en ambulancia
El origen se sitúa en 2004, durante el rodaje del film impulsado por Cárdenas, cuando una “broma” descontrolada terminó con Porras atado a un arnés conectado a una lancha. Las imágenes muestran cómo acelera la embarcación, lo lanza contra la arena y después al agua, escena difundida durante años en portales y videotecas.

Porras sostiene que sufrió costillas rotas, además de desplazamientos cervicales y vertebrales, lesiones que arrastró durante mucho tiempo. En 2019 ya relató secuelas severas, incluyendo meses de parálisis, en su paso por la televisión.
Declaraciones cruzadas y un silencio calculado de Cárdenas
Hasta ahora, Cárdenas ha centrado sus últimas intervenciones públicas en su ausencia en “Superestar”, la serie de Netflix que revisita aquella fauna catódica. Ha llegado a atribuir su omisión a un supuesto veto ideológico, abriendo otro frente mediático en pleno estreno.
Desde la propia serie han respondido con sutilezas y guiños, señalando que el enfoque pretendía alejarse del espíritu de “FBI”. El debate sobre si Cárdenas aparece o no, aunque sea de forma alusiva, ha alimentado la conversación cultural de este verano televisivo.

“Superestar” y la revisión de una época sin redes
“Superestar” aterrizó el 18 de julio y ha provocado una relectura de los códigos del humor que triunfaron entonces. En ese marco, la sentencia a favor de Porras opera como espejo incómodo para una industria que monetizó risas sin calibrar daños. Críticas y artículos recientes señalan que el entretenimiento no puede edificarse sobre la humillación ajena. Lo que antes fue trending sin etiquetas, hoy se observa con lupa ética y jurídica.
Ejecución, indemnización y responsabilidades pendientes
Tras el fallo favorable, el foco se desplaza a la ejecución y al cobro efectivo. Porras denuncia demoras y maniobras empresariales, mientras sus seguidores reclaman reparación íntegra y reconocimiento público del daño.
El caso, además, sirve para recordar otros episodios polémicos vinculados al entorno mediático de aquellos años. La jurisprudencia y el escrutinio social avanzan, aunque cada historia requiera su propio cierre.