La final de la UEFA Nations League ha dejado muchas lecturas, pero una de las más llamativas ha sido el modo en que ciertos sectores de la prensa madrileña han reaccionado a la derrota de España frente a Portugal. En lugar de poner el foco en el juego colectivo o en la falta de acierto en los penaltis, han preferido centrar sus críticas en Lamine Yamal.
Durante los 120 minutos que duró el encuentro, el jugador en cuestión no tuvo su mejor día. No logró desequilibrar como acostumbra ni desbordar con su habitual descaro. Y eso, para algunos, fue suficiente para convertirlo en el chivo expiatorio de toda una derrota. Lo más llamativo es que, hasta ese momento, había sido uno de los grandes motores de España en el torneo.
Memoria selectiva y doble rasero
No hay que remontarse muy atrás para encontrar las acciones decisivas que firmó en esta misma Nations League. Un gol antológico contra Países Bajos y un doblete en la semifinal frente a Francia avalaban su presencia en la final. Sin embargo, todo eso fue ignorado por medios al día siguiente, como si una mala noche anulara grandes semanas.
Además, se le ha achacado falta de sacrificio defensivo en el segundo gol encajado por España, cuando lo cierto es que la acción comienza con un error de marcaje de un compañero que le deja vendido en el uno contra uno. Desde el primer minuto del partido, el lateral derecho español sufrió para contener al autor del primer gol luso, que acabó siendo elegido mejor jugador del partido.
Problemas estructurales que nadie menciona
España, más allá de nombres propios, evidenció carencias tácticas que van más allá de una jugada puntual. El sistema no logró neutralizar los puntos fuertes de Portugal, ni tampoco ofreció vías claras para aprovechar las virtudes de sus atacantes. En este contexto, resulta cuestionable cargar la derrota a los hombros de un joven de 17 años.
Tampoco ayuda la gestión de Luis de la Fuente, que ha insistido en laterales que no han estado a la altura durante toda la competición. El caso más evidente es el del lateral derecho, superado en cada duelo, y sin capacidad para asociarse con el extremo que actuaba por su banda.
¿Injusticia o campaña?
Algunos ven en esta crítica desproporcionada un patrón que se repite: cuando un canterano culé brilla con la selección, el relato mediático dominante parece esperar su primer tropiezo para pasarle factura. Otros creen que simplemente es el precio de la fama: estar en el foco cuando las cosas salen bien y también cuando no.
Sea como sea, lo cierto es que las críticas no se sostienen si se analiza el torneo completo. Su aportación fue decisiva en momentos clave y su liderazgo, precoz pero firme, ha sido una de las revelaciones del campeonato. No estamos hablando de un jugador cualquiera, sino de un futbolista que ya marca diferencias en la élite.
Con solo 17 años, ha sido el alma ofensiva de España durante el torneo… y ahora carga con una responsabilidad que no le corresponde.