Cuando todo apuntaba a que el futuro de Ansu Fati por fin se iba a resolver, un nuevo giro de última hora ha complicado su salida del Barça rumbo al AS Mónaco. El acuerdo, que estaba prácticamente cerrado hace apenas unos días, ha quedado ahora en suspenso.
El club monegasco había aceptado hacerse cargo de parte de la ficha del futbolista y negociar una cesión con opción de compra no obligatoria, una fórmula que satisfacía a ambas partes. Sin embargo, una exigencia final por parte del presidente Joan Laporta ha hecho tambalear toda la operación.
Desde el Principado no han escondido su malestar. Consideran que el Barça ha tensado innecesariamente una negociación que estaba encaminada, elevando las pretensiones económicas a última hora. Y no es un tema menor: Laporta ha exigido que el Mónaco asuma casi la totalidad del salario del jugador —unos 12 millones de euros brutos anuales— y que la opción de compra no baje de los 15 millones.

Un jugador sin sitio pero con pasado dorado
La realidad actual de Ansu Fati dista mucho de aquel joven prodigio que, con apenas 16 años, deslumbraba en el primer equipo del Barça y heredaba el dorsal 10 tras la marcha de Leo Messi. Su talento sigue intacto, pero las lesiones han marcado su trayectoria y han condicionado su rendimiento en las últimas temporadas.
En este último curso, Hans-Dieter Flick apenas ha contado con él. El técnico alemán ha dejado claro que no entra en sus planes para la 2025-26 y que el club debe buscarle una salida. Fati no quiere vivir otra temporada desde el banquillo y ya había dado luz verde al traspaso al Mónaco. Tenía las maletas preparadas. Pero todo vuelve a quedar en el aire.

El Mónaco duda, Laporta presiona
En el Stade Louis II valoraban a Ansu como una apuesta con riesgo pero con un potencial aún por explotar. Creían que el contexto más tranquilo de la Ligue 1 podía ayudarle a recuperar confianza y regularidad. De hecho, tenían previsto hacerle hueco como pieza ofensiva importante desde el primer día.
Pero la maniobra de Laporta ha cambiado el clima. El presidente del Barça no quiere regalar a un futbolista que hace apenas tres años era codiciado por media Europa. Sabe que su valor de mercado ha bajado, pero se resiste a dejarlo salir a cualquier precio. La estrategia del club pasa por lograr al menos un traspaso simbólico.
La presión económica como telón de fondo
El Barça necesita vender. Los límites salariales y la necesidad de generar ingresos obligan a priorizar salidas, especialmente de jugadores con sueldos altos y poco protagonismo. Ansu es uno de ellos. Pero al mismo tiempo, el club busca evitar una imagen de debilidad que lo sitúe como una entidad dispuesta a regalar activos.
Este equilibrio entre necesidad y orgullo está complicando muchas negociaciones, y la de Ansu no es una excepción. El jugador, por su parte, mantiene la voluntad de marcharse, y su entorno empieza a impacientarse ante la falta de alternativas reales. De seguir bloqueado el acuerdo con el Mónaco, será necesario buscar otro destino… aunque el tiempo corre en contra.
Por ahora, el acuerdo con el AS Mónaco está completamente paralizado. Y el futuro de Ansu, una vez más, vuelve a estar en el aire. Laporta quiere más dinero. El Mónaco no cede. Y el que sufre, como siempre, es el futbolista.