La afición del Valencia llevaba meses preguntándose por su estado. La lesión sufrida hace casi un año dejó un vacío enorme. El lateral derecho había sido importante en el esquema, y su ausencia se notó. El equipo debió reinventarse mientras él peleaba en silencio por volver.
El proceso no fue nada sencillo. Las primeras semanas estuvieron cargadas de incertidumbre y dolor. El jugador, conocido por su carácter competitivo, no aceptaba quedarse fuera. Su mayor reto no fue físico, sino mental, soportando un tiempo sin balón.
El momento más oscuro
Los meses de rehabilitación estuvieron llenos de altibajos. Entre ejercicios repetitivos, dolores y recaídas, las lágrimas aparecieron más de una vez. La soledad pesaba y las dudas eran inevitables. En casa, frente al espejo, llegó a preguntarse si valía la pena tanto esfuerzo.

Aun así, siguió adelante. El trabajo constante con los fisioterapeutas le dio algo de esperanza. Le exigieron paciencia, disciplina y fortaleza mental. Cada sesión representaba una batalla interior, un pequeño paso hacia la recuperación.
El nombre detrás de la lucha
Ese jugador que lloró al cuarto mes no es cualquiera. Es alguien querido por la afición de Mestalla, alguien que siempre mostró entrega. La hinchada lo esperaba con ansias, consciente de su importancia en defensa. El club, mientras tanto, confió en su recuperación silenciosa.

Hablamos de Thierry Correia, lateral derecho portugués del Valencia. Tras once meses de sufrimiento, finalmente sonríe. En una entrevista confesó que nunca olvidará aquel calvario. Hoy, por fin, puede anunciar que está listo para volver.
Trabajo sin descanso
Thierry no dejó de entrenar ni en vacaciones. Entre gimnasio y sesiones privadas, buscaba recuperar sensaciones. A veces parecía avanzar, otras recaía y volvía la frustración. Su mujer fue testigo de esos días duros en silencio.
Los fisios, readaptadores y médicos fueron clave en el proceso. Él mismo reconoce que se convirtieron en confidentes y amigos. Les atribuye buena parte del éxito de su recuperación. Sin ese apoyo constante, admite que hubiera sido imposible volver.
El papel de la familia
El entorno cercano fue determinante. Amigos viajaron largas horas solo para estar con él. Su madre y su mujer le dieron la fuerza necesaria. Ese respaldo emocional lo mantuvo firme cuando la paciencia se agotaba. El vestuario también jugó un rol importante. Aunque no podía competir, siempre estuvo cerca del grupo.
Thierry asegura que la lesión lo cambió como persona. Antes era impaciente y exigente, ahora valora cada detalle. Aprendió que nada está garantizado y que todo puede cambiar en segundos. Esa lección le acompañará durante el resto de su carrera. Hoy se siente más trabajador que nunca.
Mirando hacia el futuro
El lateral ya entrena con el grupo. Afirma que podría estar disponible contra el Barcelona en Montjuic. Aunque la decisión final será de Corberán, él se ofrece para cualquier posición. “Como si tengo que jugar de delantero”, declaró entre risas.
Mestalla lo espera. Thierry sueña con volver a sentir el aliento de la grada. Extraña la energía que solo ese estadio transmite. Y asegura que, cuando vuelva a pisarlo, todo el sufrimiento habrá tenido sentido.