El mercado estival ya ha comenzado a agitarse en los despachos del FC Barcelona. Con un ojo puesto en las limitaciones impuestas por el ‘fair play’ financiero y el otro en las urgencias deportivas del proyecto de Hansi Flick, el club ha intensificado su búsqueda de refuerzos ofensivos.
Aunque la prioridad sigue siendo un lateral derecho y un posible extremo desequilibrante, en las últimas semanas ha tomado fuerza una opción que hasta hace poco ni figuraba en las quinielas. Con Robert Lewandowski encarando el ocaso de su carrera y cumpliendo 37 años este verano, la dirección deportiva considera urgente planificar un relevo de garantías.
El polaco ha sido un pilar del equipo durante dos campañas, pero su peso específico en el campo ha disminuido y las alternativas internas no terminan de convencer. Ferran Torres no ha dado el paso definitivo como nueve, y Dani Olmo, pese a su calidad, no encaja como referencia pura.

Una explosión silenciosa en el Calcio
Mientras otros nombres copan las portadas, el Barça ha estado monitorizando a un delantero que ha recuperado su mejor versión en la Serie A. Esta temporada ha firmado su mejor registro goleador desde que debutó como profesional: 23 goles en 39 partidos oficiales.
Su físico imponente, su capacidad para jugar al espacio y su agresividad en el área le han convertido en uno de los arietes más codiciados del campeonato italiano. El jugador en cuestión ha sabido resurgir tras años irregulares, marcados por cesiones constantes y la presión de cargar con expectativas desmedidas desde muy joven.

Su perfil encaja perfectamente con lo que busca el Barça: un delantero con olfato, movilidad, experiencia en el más alto nivel y margen de crecimiento. Y sobre todo, alguien con hambre de reivindicación.
Trayectoria errática, pero con potencial intacto
Desde que debutó en la élite con apenas 16 años, este atacante ha vivido en una montaña rusa constante. De promesa precoz en uno de los gigantes del fútbol italiano a cesiones en clubes de perfil medio, pasando por un paso fugaz por la Premier League que no terminó de cuajar.
Incluso llegó a jugar en el PSG, donde sorprendió con 17 goles en una sola temporada, aunque sin lograr asentarse. Tras un retorno fallido a su club de origen y otra cesión sin continuidad, este último verano decidió dar un giro radical a su carrera y fichó por la Fiorentina. La apuesta ha resultado todo un acierto.
En un entorno menos mediático y con un entrenador que le ha dado plena confianza, ha vuelto a mostrar ese potencial físico y técnico que lo convirtió en una promesa de talla mundial.
Un fichaje difícil, pero posible
El Barça ya ha tanteado su entorno y conoce las condiciones: una cláusula de rescisión de 50 millones de euros y un salario asumible dentro del contexto actual. Su actual club está dispuesto a negociar si se presenta una oferta estructurada y razonable, especialmente si hay jugadores que puedan entrar en la operación para abaratar el traspaso.
La operación no será sencilla. Otros clubes europeos también se han interesado por él, y su explosión goleadora ha reactivado el interés de algunos viejos pretendientes. Pero en el Camp Nou consideran que es el momento adecuado para lanzarse a por un delantero que podría marcar una década si se le dan las condiciones adecuadas.
Y ahora, por fin, se desvela el nombre: se trata de Moise Kean. El ex de Juventus, Everton y PSG ha encontrado la estabilidad en la Fiorentina y el Barça lo tiene en su radar como un refuerzo “muy serio” para la delantera del próximo curso.