La temporada aún no ha arrancado oficialmente, pero en el Real Betis ya han recibido un mazazo inesperado que obliga a replantear la planificación deportiva. Su gran referente en el centro del campo, el jugador que había devuelto la magia a Heliópolis con su visión de juego y su toque preciso, estará varios meses de baja por una lesión importante.
El técnico, Manuel Pellegrini, pierde así a su principal generador de fútbol, un hombre que no solo aportaba talento individual, sino que elevaba el nivel colectivo del equipo. En un verano donde el Betis sueña con competir de tú a tú en LaLiga y en Europa, la noticia ha encendido todas las alarmas.
Isco, el líder futbolístico
Desde su llegada al club, el malagueño había sido el gran catalizador de las jugadas ofensivas. Su capacidad para filtrar pases, girar bajo presión y generar ocasiones lo había convertido en el favorito de la grada y en el motor del equipo. La pasada temporada, su rendimiento había recordado al de sus mejores años en el Real Madrid, y su conexión con los atacantes verdiblancos había sido determinante.

La lesión, que lo apartará de los terrenos de juego durante un largo periodo, deja un hueco difícil de cubrir. En el vestuario no solo se pierde un futbolista diferencial, sino también un líder en el césped y un jugador capaz de decidir partidos cerrados con un destello de calidad.
Necesidad urgente de un reemplazo
En este contexto, la dirección deportiva del Betis ha puesto manos a la obra para encontrar un sustituto que pueda aportar creatividad, manejo del balón y capacidad para asumir responsabilidades en partidos de alto nivel. El mercado de fichajes ofrece opciones, pero no todas encajan en el perfil que busca Pellegrini: un jugador con experiencia en la élite, que conozca la Liga y que pueda adaptarse rápidamente al sistema.

El reto es doble, porque el presupuesto del club no permite grandes desembolsos sin antes realizar ventas o negociar condiciones favorables. La política de fichajes del Betis ha sido prudente en los últimos años, pero la situación de urgencia podría forzar un movimiento más ambicioso.
Una vieja relación que nunca se ha roto
En las oficinas del Benito Villamarín hay un nombre que lleva años sobre la mesa cada vez que se habla de reforzar el centro del campo. Un futbolista que se formó en la cantera verdiblanca, que debutó en el primer equipo dejando muestras de un talento extraordinario.
Cada verano, su posible regreso aparece en los rumores, alimentado por gestos públicos de cariño y por el deseo de parte de la afición de verlo de nuevo con la camiseta verdiblanca. Sin embargo, la operación nunca ha terminado de concretarse, ya sea por cuestiones económicas, por la situación contractual o por la falta de hueco en la plantilla.
Un precio que puede ser un obstáculo
El club que actualmente posee sus derechos no se opone a su salida, pero fija un precio que ronda entre los 15 y 20 millones de euros. Una cifra elevada para la economía bética, aunque no imposible si se logra estructurar el pago o incluir fórmulas creativas. Por su parte, el jugador estaría dispuesto a dar el paso y volver a casa.
La afición ya sueña con su vuelta, y la lesión de la estrella malagueña ha añadido un nuevo argumento para que la directiva intente el fichaje. Un movimiento así no solo reforzaría el equipo a nivel deportivo, sino que tendría un fuerte componente simbólico y emocional.
El hombre que podría convertirse en el recambio natural de Isco y en el fichaje más ilusionante del verano para el Betis no es otro que Dani Ceballos.