La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, ha vuelto a sacudir las redes sociales con una denuncia contundente: la cadena de supermercados Bonpreu está promoviendo una campaña de redondeo solidario para Open Arms, una ONG conocida por su actividad en el Mediterráneo rescatando inmigrantes ilegales y facilitando su entrada en Europa.
Pero lo que ha encendido la indignación de Orriols —y de muchos catalanes— es la doble vara de medir de Bonpreu. Hace tan solo unos meses, cuando se planteó una iniciativa para redondear el importe de las compras con el fin de mejorar la residencia de ancianos de Ripoll, la empresa se negó. ¿La razón? “Motivos políticos”.
Prioridades torcidas: ancianos desatendidos, inmigración subvencionada
La pregunta es evidente: ¿qué tipo de moral selectiva permite despreciar a los abuelos de casa —personas que han trabajado toda su vida, que han contribuido al país— y, en cambio, lanza campañas para financiar a quienes entran ilegalmente en territorio europeo, a menudo sin papeles y sin ninguna intención de integrarse?

Bonpreu ha decidido ponerse del lado de la ingeniería social, del buenismo vacío, y del negocio de las ONG que, con el pretexto de salvar vidas, están generando un efecto llamada que colapsa fronteras, desestabiliza barrios, y rompe la convivencia.
Open Arms, lejos de ser una entidad neutral o exclusivamente humanitaria, ha sido señalada en numerosas ocasiones por colaborar de facto con las mafias que trafican con personas, recogiendo inmigrantes a pocas millas de las costas africanas y trasladándolos a Europa sin control ni garantías.

Orriols: “¿Dónde estaban cuando Ripoll necesitaba ayuda?”
Desde su cuenta oficial, Orriols fue clara: “Per raons polítiques” es van negar a arrodonir en benefici i millora de la residència d'avis de Ripoll, però no els fa res demanar arrodoniment generós per beneficiar a qui trafica amb humans i tercermunditza Europa".
Lo que está denunciando Orriols es una inmensa hipocresía: cuando se trata de cuidar a los nuestros, a los ancianos catalanes, a quienes han levantado este país con esfuerzo, entonces “no se puede colaborar”. Pero cuando se trata de contribuir al descontrol migratorio y al negocio de la culpabilidad occidental, Bonpreu no tiene problema en poner la mano y pedir “redondeo solidario”.
Un supermercado que ha perdido el norte
Bonpreu ha decidido alinearse con una agenda política concreta: la del multiculturalismo forzado y la de la rendición cultural. A través de gestos como este, no solo muestran un desprecio total por la población autóctona, sino que alimentan un sistema en el que las élites y las ONG sacan tajada, mientras los barrios populares se llenan de tensión, inseguridad y pobreza importada.
¿A cuántos catalanes se les ha preguntado si están de acuerdo con financiar, aunque sea con unos céntimos, a organizaciones como Open Arms? ¿Cuántos saben realmente que al aceptar redondear el ticket, están subvencionando la desestabilización de Europa y la destrucción del estado del bienestar?
Sílvia Orriols, la única voz que se atreve a decir la verdad
Mientras los partidos tradicionales callan o aplauden por miedo al qué dirán, Sílvia Orriols vuelve a poner el foco donde nadie quiere mirar. Lo que está ocurriendo no es una simple campaña benéfica: es parte de una guerra cultural, de un cambio de modelo social donde los catalanes pasan a ser ciudadanos de segunda.
La polémica en Bonpreu no es casual. Es un ejemplo más de cómo las empresas catalanas están siendo colonizadas ideológicamente, disfrazando de solidaridad lo que es, en realidad, un ataque directo a nuestras raíces, a nuestra seguridad y a nuestro futuro.
Y ante esto, solo una respuesta es posible: no colaborar, no redondear, y no callar. Como dice Orriols, “em sembla que t’equivoques, Font”. Y como muchos catalanes piensan hoy, Bonpreu también.