Desde hace unos años, sentimos que las ZBE se irán extendiendo a grandes ciudad de Catalunya, en concreto, las de más de 50.000 habitantes, a pesar de que una sentencia del Supremo del pasado mas de abril obliga a anular 140.000 multas puestas en la ciudad de Barcelona.
Una vez más, los ciudadanos vamos perdidos y no sabemos el que está mal ni el que está bien, de hecho, la normativa en sí, es absurda y sin sentido común, así que no es extraño que cada semana que pasa, sintamos una noticia que contradice a la de la semana anterior en relación a las ZBE.
¿Pero, qué son las ZBE? Muy resumidamente, son zonas con mucha densidad de población y circulación de vehículos a motor donde, esta circulación, queda restringida a ciertos vehículos que tienen homologado o declarado un determinado nivel de contaminación. Este nivel de contaminación lo tiene que certificar el fabricante para poder comercializar el vehículo dentro de la UE, la cual pone los límites que quiere(normativas euro3, euro4, euro5, euro6, etc.). Según la normativa del vehículo, aquí, se distinguen con las famosas etiquetas amarilla B, verde C, ECO o 0 emisiones. Hay que decir, que, un vehículo nuevo, tiene que declarar la última normativa euro vigente.
Sobre el papel, parece una buena idea, hecho con sentido común, justa y ecologista, pero en la realidad lo es todo menos esto. No es buena idea porque básicamente, nadie que quiera comprar un vehículo puede decidir cuál contamina más o menos. Esta idea deja de ser buena, también, porque no se basa en el uso real de los vehículos, cosa que afecta directamente en lo que contamina, sino en un dato hecho en laboratorios y bancos de pruebas. Por ejemplo, un taxi que circule 12 horas en el día 7 días en la semana por Barcelona genera más contaminación que un vehículo que haga 5.000km el año y sea más antiguo.
Tampoco es de sentido común ni justo que se obligue a la gente a desguazar vehículos que funcionan perfectamente, pasen correctamente las ITV, estén en el día de mantenimientos y entrar en el círculo del consumismo de comprar vehículos nuevos sin necesidad. Además, la persecución y la normativa va destinada, como es habitual, a las clases medias, pequeños empresarios y autónomos, que son los que, en estos casos, tienen que pedir créditos y generar un trasbals en la economía familiar o empresarial cuando, en realidad, su vehículo está en el día de impuestos, ITV y mantenimientos.
La injusticia de esta normativa la encontramos en el caso, ponemos el ejemplo, de un matrimonio de edad avanzada donde quizás solo conduce uno de ellos y tiene previsto hacerlo 2 o 3 años más, ¿esta gente se tiene que ver obligada a tirar su vehículo y comprar un de nuevo o perder su libertad de movimiento? Otro caso es el de una pequeña empresa o autónomo con vehículos de trabajo, normalmente furgonetas. ¿Es necesario hacer meter en cintura “ecologista” una persona que lo dedica todo a un pequeño negocio y hacerle pedir un crédito(seguramente otro más) cuando no tiene ninguna necesidad y sus vehículos son perfectamente funcionales?
En los dos casos, el sentido común nos dice que no, pero ya sabemos cómo funciona la maquinaria administrativa pública cuando se trata de sangrar a impuestos y multas a los ciudadanos, sobre todo los que sostienen al resto. Con la excusa de salvar el planeta y el medio ambiente, recaudan, en Barcelona mismo, unos 51 millones de euros, parece buen negocio, pues.
Otro detalle a tener en cuenta, es que no solo afecta a los ciudadanos de la ciudad donde se aplica la ZBE, afecta también a los ciudadanos otros pueblos y ciudades que, puntualmente, tenemos que ir por alguna cita médica, trámite administrativo, etc. La lógica seria tener transportes públicos eficientes y, por un día, dejar el vehículo y hacer uso, pero no hace falta ni mencionar el tercermundisme que destaca en, por ejemplo, a Cercanías de Catalunya.
En el ámbito ecológico, no queda tampoco demasiado claro en que beneficia. Muchos de los que están a favor de las ZBE acaban diciendo que el que quieren realmente es que se prohíba el vehículo de combustión y todo sea eléctrico. Bien, haría falta pues, ver en qué condiciones ecológicas se fabrican estos vehículos eléctricos, especialmente, en qué condiciones se sustraen los minerales para fabricar baterías y componentes eléctricos, sobre todo los de marcas chinas. Quizás no sacan humo, estos vehículos, pero la impronta ecológica de fabricarlo y transportarlo, seguro que no es 0.