Lo que prometía ser una apacible tarde de verano se convirtió en un escenario de angustia y desesperación. Bajo un cielo despejado y con el mar en calma, una jornada de playa que transcurría con total normalidad se vio abruptamente interrumpida por una emergencia que, lamentablemente, tendría el peor de los desenlaces.
La rápida intervención de otros bañistas y de los servicios de socorrismo no fue suficiente para evitar la tragedia, dejando una estela de conmoción entre los presentes y un sombrío recordatorio de la fragilidad de la vida, incluso en las circunstancias más aparentemente seguras.
El suceso tuvo lugar a pesar de que las condiciones para el baño eran, en teoría, inmejorables. La bandera verde ondeaba en el mástil, indicando un mar tranquilo y apto para todos los públicos. Sin embargo, este símbolo de seguridad no pudo prevenir el fatal desenlace que se cobró la vida de un bañista.

El fatídico suceso en la costa del Alt Empordà
Los hechos ocurrieron en la Costa Brava, concretamente en la playa de Can Martinet, perteneciente al municipio de Sant Pere Pescador (Alt Empordà). Alrededor de las cinco y tres cuartos de la tarde del pasado lunes, 14 de julio, varios bañistas que disfrutaban de las aguas del Mediterráneo se percataron de una situación anómala: un hombre parecía tener serias dificultades para mantenerse a flote y no lograba salir del agua por sus propios medios.
Sin dudarlo, algunas de estas personas se lanzaron a socorrerlo, logrando acercarlo a la orilla con la ayuda inmediata del servicio de vigilancia y socorrismo de la playa. La víctima, un hombre de 74 años, fue extraída del agua ya inconsciente. Inmediatamente, se activó el protocolo de emergencia, y tanto los socorristas como los primeros testigos comenzaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) sobre la arena, en una lucha contrarreloj por salvarle la vida.
Una rápida pero infructuosa respuesta de emergencia
Mientras se intentaba reanimar al hombre, se dio aviso urgente al teléfono de emergencias 112. La respuesta fue rápida y coordinada, desplazándose hasta la playa de Sant Pere Pescador varias unidades del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM), dotaciones de los Bombers de la Generalitat y patrullas de los Mossos d'Esquadra, que aseguraron la zona para facilitar el trabajo de los sanitarios.

A su llegada, el personal médico del SEM tomó el relevo en las maniobras de reanimación avanzada. Durante largos y angustiosos minutos, los profesionales sanitarios emplearon todos los medios a su alcance para intentar revertir la parada cardiorrespiratoria del hombre. Pese a la celeridad de la cadena de auxilio —desde el rescate inicial por parte de los bañistas hasta la intervención especializada—, los esfuerzos resultaron infructuosos. Finalmente, solo se pudo certificar su fallecimiento en el mismo lugar de los hechos.
La paradoja de la bandera verde y un verano trágico
Este trágico incidente pone de relieve una dolorosa paradoja: la muerte se produjo en un día de condiciones idílicas, con una bandera verde que invitaba a la confianza. Este hecho subraya que el riesgo de ahogamiento no siempre está ligado a un mar agitado o corrientes peligrosas, sino que también puede deberse a factores personales como un desvanecimiento, un problema cardíaco súbito u otras indisposiciones que pueden sorprender a cualquier persona dentro del agua.
Con este fallecimiento, la cifra de personas ahogadas en las costas catalanas desde el inicio oficial de la temporada de baño, el pasado 15 de junio, se eleva a once. Un dato alarmante que tiñe de luto el verano y que ha puesto en alerta a las autoridades, que insisten en la necesidad de no bajar la guardia.