Hay sucesos que conmocionan por la rapidez con la que lo cotidiano puede tornarse en tragedia. Un simple día de pesca, una costumbre arraigada en tantos rincones de nuestra geografía, puede acabar en desastre por un giro inesperado del destino. Los servicios de emergencia están acostumbrados a atender situaciones límite, pero hay ocasiones en que la vida se les escapa entre los dedos pese a todos sus esfuerzos.
Un rescate que ha terminado en tragedia
Fue a primera hora de la tarde de este martes cuando los servicios de emergencia de la isla de Tenerife recibieron una llamada que ponía en alerta todos los dispositivos de rescate acuático. Un hombre de 55 años se encontraba en grave peligro tras haber caído al mar en la zona costera de Candelaria, cerca de uno de los puntos más emblemáticos del municipio: la basílica.
Según la información proporcionada por el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (112), el suceso ocurrió en torno a las 17:11 horas, un momento en el que, habitualmente, la actividad pesquera y el tránsito de paseantes suelen ser habituales en el litoral.

La localización del cuerpo del pescador, a más de 100 metros de la costa, supuso una complicación añadida para los equipos de rescate. Salvamento Marítimo movilizó de inmediato los recursos necesarios, entre ellos una moto de agua del servicio de Emergencias Tamadaya, con base en la misma Candelaria, lo que permitió una intervención más ágil. No obstante, la distancia y el estado del mar dificultaron las labores y sumaron tensión a una operación en la que cada minuto era crucial.
Maniobras desesperadas para salvar una vida
Una vez en tierra, el hombre presentaba claros signos de ahogamiento y se encontraba en parada cardiorrespiratoria. El personal sanitario del Servicio de Urgencias Canario (SUC) y del equipo de Atención Primaria se emplearon a fondo, poniendo en práctica maniobras avanzadas de reanimación cardiopulmonar. Durante casi una hora, el equipo médico luchó contra el tiempo y las circunstancias, en un esfuerzo ininterrumpido por revertir el estado del afectado.
Sin embargo, pese a la rápida actuación y los medios empleados, no fue posible salvarle la vida. El médico desplazado al lugar del suceso confirmó el fallecimiento poco después de los intentos de reanimación, en una escena que deja patente la crudeza y el impacto emocional de estos episodios tanto en los profesionales como en los testigos que, impotentes, asisten a la tragedia.

Investigación y consecuencias de un accidente fatal
La Guardia Civil se ha hecho cargo de la instrucción de las diligencias correspondientes, una labor fundamental para esclarecer las circunstancias en las que se produjo la caída al mar. Aunque las primeras hipótesis apuntan a un desafortunado accidente mientras el hombre practicaba la pesca, será la investigación la que determine los detalles exactos del suceso y descarte cualquier otra posibilidad.
Cabe recordar que el litoral de Candelaria es un punto habitual de pesca, tanto profesional como recreativa, y cuenta con tramos de difícil acceso, en ocasiones azotados por el oleaje. Las autoridades insisten periódicamente en la importancia de extremar las precauciones en zonas donde las condiciones pueden cambiar rápidamente y convertirse en un peligro inesperado.
Más prudencia en el mar
La muerte de este pescador de 55 años vuelve a poner de manifiesto los riesgos asociados a las actividades en el mar, incluso en entornos aparentemente controlados y conocidos por los propios vecinos. Los servicios de emergencia han recordado tras el suceso la importancia de informar siempre de la ubicación cuando se practica pesca o actividades acuáticas en solitario, así como el uso de equipamiento de seguridad personal.

Este trágico accidente en la costa de Tenerife se suma a otros casos similares ocurridos en los últimos años en el archipiélago, donde el mar, fuente de vida y sustento, puede convertirse en escenario de episodios fatales. Más allá de las estadísticas, cada vida perdida es un duro golpe para la comunidad y una llamada de atención sobre la necesidad de respetar el entorno y reforzar las medidas de seguridad en las actividades marítimas.