Cuando parecía que la rápida intervención de los equipos de emergencia podría acotar el peligro, el incendio forestal de Viladecans ha entrado en una fase más compleja y delicada. La evolución del fuego durante las últimas horas ha obligado a los Bombers de la Generalitat a replantear su estrategia sobre el terreno, ejecutando una jugada táctica crucial para intentar ahogar unas llamas que se resisten a ser controladas y que amenazan con prolongar la angustia en el Baix Llobregat.
El fuego, que se declaró a media tarde de este lunes en el parque de Mas Ratés, ha seguido su avance y su cabeza ya ha alcanzado la parte más alta de la zona, un área con vegetación más dispersa. Sin embargo, esta aparente buena noticia se ha visto empañada por la aparición de diversos focos secundarios.
Estas nuevas igniciones, provocadas por pavesas y material incandescente transportado por el viento, han prendido dentro del perímetro ya quemado, añadiendo un factor de imprevisibilidad y obligando a redoblar los esfuerzos para evitar que el incendio se rompa y se descontrole.

La jugada estratégica: atacar los flancos para ahogar el fuego
Ante este nuevo y desafiante escenario, el mando de los Bomberos ha ordenado un cambio de enfoque. La prioridad ya no es únicamente frenar el avance frontal de las llamas, sino ejecutar un movimiento de pinza para estrangular el incendio desde sus lados. Según ha informado el cuerpo de emergencias, se está trabajando "con contundencia en los dos flancos para cerrarlo".
Esta táctica busca rodear completamente el área afectada, cortando el suministro de combustible al fuego y conteniendo los focos secundarios para que no puedan saltar las líneas de control.
Para llevar a cabo esta compleja maniobra, ha sido necesario aumentar significativamente el contingente desplegado. El número de dotaciones terrestres ha ascendido a 24, mientras que un total de 90 efectivos trabajan sobre el terreno.
Desde el aire, el apoyo sigue siendo vital, con 6 medios aéreos (MAER) que concentran sus descargas en los laterales del incendio para bajar la intensidad de las llamas y facilitar el trabajo del personal de tierra. Este notable incremento de recursos subraya la gravedad de la situación y la determinación de los mandos para ganar la partida al fuego.

Una batalla contra el terreno y los elementos
La lucha que se libra en la sierra de Mas Ratés no es solo contra las llamas, sino también contra las condiciones del entorno. La orografía del parque, con sus barrancos y pendientes, dificulta enormemente el acceso y el posicionamiento de los vehículos y los bomberos. A esto se suma el viento, el gran aliado del fuego, que no solo aviva las llamas y acelera su propagación, sino que es el responsable directo de la aparición de los peligrosos focos secundarios.
La estrategia de atacar los flancos es, por tanto, una operación de alto riesgo y de una enorme exigencia física y técnica para los 90 profesionales que se encuentran en la línea de fuego. Deben asegurar cada metro de perímetro en un terreno hostil, siempre bajo la amenaza de que un cambio en el viento pueda volver a cambiar el curso de los acontecimientos.