Un nuevo giro ha sacudido el caso Madeleine McCann tras casi dos décadas en silencio. Una antigua versión del suceso, hasta ahora secundaria, cobra renovado protagonismo y plantea una hipótesis tan impactante como inquietante.
Investigaciones iniciales
En junio de 2025, policías alemanes y portugueses llevaron a cabo una búsqueda intensiva de cuatro días en los alrededores de Praia da Luz, cerca del lugar donde desapareció Madeleine en mayo de 2007. El objetivo: registrar en busca de restos que pudieran revelar el paradero de la niña, hoy conmemorada en numerosos homenajes.
La operación, autorizada por Alemania, incluyó drones, georadares, drenaje de pozos y excavaciones en terrenos y ruinas cercanas. La policía pensaba que estos serían posibles lugares donde el sospechoso principal, Christian Brückner, habría acampado poco después de la desaparición.

Sin embargo, la búsqueda terminó sin hallazgos concluyentes: se recuperaron fragmentos de ropa, restos óseos de animales y vestigios diversos, todos enviados a laboratorios en Lisboa y Alemania para su análisis forense. Aunque la reacción fue conservadora por parte de autoridades, el hecho central fue que este esfuerzo redoblado coincidió con la aparición de una teoría anterior que vuelve a resonar.
Nueva hipótesis
Este enfoque alternativo –que data de 2018 en un informe de la prensa portuguesa Correio da Manhã y recientemente vale la pena retomar– sostiene que Madeleine pudo haber sido atropellada por una mujer ebria mientras buscaba a sus padres en la madrugada.
La versión asegura que fueron el hermano británico de la sospechosa y la mujer alemana quienes, tras el atropello, ocultaron el cuerpo arrojándolo al mar. Un testigo afirmó haber escuchado en días posteriores discusiones intensas entre la pareja, con frases como “¿por qué la trajiste?”.
Según reconstrucciones, esa noche del 3 de mayo de 2007, Madeleine se desvió del apartamento familiar para encontrar a sus padres, que cenaban a unos metros. La teoría se basa en un testimonio entregado a la policía británica en 2018 por la hermana del implicado, que propuso organizar una operación encubierta para confirmar la confesión de su hermano, pero la petición fue rechazada por las autoridades alemanas.

Aunque esta línea de investigación nunca recibió más respaldo institucional —la fiscalía alemana decidió concentrarse en el sospechoso principal, Christian Brückner—, el resurgir de esta teoría encendió el debate mediático.
Christian Brückner sigue siendo el sospechoso principal
Brückner, condenado en 2019 por violación y con un historial criminal que incluye abuso y pornografía infantil, ha sido considerado desde 2020 como principal sospechoso. Su teléfono móvil estuvo geolocalizado cerca del apartamento la noche de la desaparición, y en 2016 se halló en su antigua vivienda un disco duro con gráficos y mensajes perturbadores relacionados con niños menores de edad.
Pese a estas evidencias, nunca ha sido formalmente acusado de secuestro o asesinato de Madeleine, y sigue negando su implicación. La urgencia policial gira en torno a que su condena actual expira en septiembre de 2025, cuando podría recuperar la libertad si no se presentan nuevos cargos.

Búsqueda con cooperación internacional
La última intervención policial incluyó 30 agentes alemanes y policías portugueses, con acceso restringido y aéreo bloqueado. Los trabajos se centraron en terrenos a unos 5–6 km del Ocean Club y cerca de una cabaña vinculada a Brückner, y se utilizaron equipamientos como radar subterráneo, maquinaria pesada y perros especializados.
No obstante, a pesar de su magnitud y expectación, esta operación no reveló indicios definitivos. Las autoridades han mantenido que no se encontraron evidencias claras que incriminen directamente a ninguno de los implicados.
La familia no se rinde
La familia McCann sigue inmersa en la búsqueda de respuestas mientras la comunidad judicial internacional observa con atención. En unos meses todo podría cambiar: si Brückner recupera la libertad sin cargos, Día D para una posible reapertura. Hasta entonces, el caso sigue dejando más preguntas que respuestas, en un relato que continúa sorprendiendo e inquietando al mundo.