Las alarmas han saltado durante una tranquila jornada de verano. Una columna de humo ha teñido de gris el cielo de una comarca agrícola. El fuego interrumpió bruscamente las labores habituales del campo. Lo que parecía un incidente aislado se convirtió en una seria amenaza. Esto ha obligado a un despliegue masivo de los equipos de emergencia. Los bomberos han luchado contra un enemigo invisible pero muy poderoso: el viento.
El suceso ocurrió en el término municipal de Santa Coloma de Queralt. Esta localidad pertenece a la comarca tarraconense de la Conca de Barberà. El aviso a los servicios de emergencia se recibió a las 12:16 horas. La alerta llegó este mismo miércoles a través del teléfono único 112. El fuego se originó en una zona de vegetación agrícola muy seca. Afectó de lleno a un extenso campo de rastrojos.
Este material es el residuo que queda en la tierra tras la cosecha. Las llamas también alcanzaron diversa maquinaria agrícola presente en la zona. El fuego calcinó estos vehículos casi por completo. Para sus dueños, supone una importante pérdida material y económica.

Un despliegue contundente ante el avance de las llamas
La respuesta de los Bombers de la Generalitat fue inmediata y muy contundente. La situación entrañaba una evidente peligrosidad para la zona. Se movilizaron un total de once dotaciones terrestres para el ataque. Su objetivo era combatir el incendio desde el primer minuto. La elección de los efectivos desplegados no resultó casual.
Entre los equipos se encontraban unidades del prestigioso grupo GRAF. Estos bomberos son especialistas en fuegos forestales de gran virulencia. Su experiencia resulta clave en incendios con comportamiento impredecible.
También se activaron efectivos de los equipos de prevención EPAF. Su labor es crucial para analizar la evolución del incendio. Establecen las estrategias de contención más eficaces sobre el terreno. A este gran contingente terrestre se sumaron dos medios aéreos.
Estos helicópteros trabajaron desde el aire para sofocar las llamas. Atacaron los puntos más inaccesibles para los camiones de bomberos. Su intervención rebajó la intensidad del frente principal del fuego.
El viento, un enemigo invisible en la Conca de Barberà
Los propios bomberos confirmaron la mayor preocupación del operativo. El viento soplaba con rachas de cierta intensidad en la zona. En un incendio de estas características, el viento es un acelerador letal. No solo aviva la llama, sino que la propaga sin control. Es capaz de transportar pavesas incandescentes a cientos de metros. Esto genera focos secundarios que complican mucho la extinción. Un foco secundario puede poner en jaque todo el perímetro de seguridad.
El escenario, en pleno mes de agosto, era extremadamente delicado. La Conca de Barberà sufre la sequía y las altas temperaturas. El rastrojo seco se convierte en un combustible perfecto para el fuego. Arde con una rapidez realmente pasmosa en estas condiciones. La combinación de combustible, calor y viento era un cóctel explosivo. Esta mezcla peligrosa justificó la contundente respuesta de emergencias.

La rápida actuación consiguió perimetrar el incendio en poco tiempo. Se logró estabilizar su avance en menos de dos horas. Se evitó así que las llamas se extendieran a zonas forestales. Una afectación del bosque cercano habría sido una gran catástrofe.
Aunque el peligro inmediato está controlado, el trabajo no ha terminado. Las dotaciones seguirán remojando el terreno durante varias horas. Deben asegurar que no queden puntos calientes bajo la ceniza. Estos puntos podrían reavivar el fuego con un golpe de viento.