Una tarde de viernes, el preludio del descanso y la desconexión para miles de ciudadanos, se transformó en una pesadilla de asfalto mojado y luces de freno. Lo que debía ser el inicio de una escapada de fin de semana se convirtió en una trampa de agua y metal para incontables conductores, atrapados en una ratonera a cámara lenta.
Una súbita e intensa tormenta de verano desató el caos en una de las arterias más importantes de la costa catalana, demostrando una vez más la fragilidad de la movilidad cuando la meteorología muestra su cara más severa.
La paciencia de los conductores se agotó al ritmo que el cielo se oscurecía. Los limpiaparabrisas, trabajando a máxima velocidad, apenas podían competir con la cortina de agua que reducía la visibilidad a unos pocos metros. Los planes de playa, montaña o reencuentros familiares quedaron en suspenso, sustituidos por la frustración y el lento avance en una caravana que parecía no tener fin.

Una trampa de agua en plena operación salida
El epicentro del colapso tuvo lugar en la comarca del Maresme. La autopista C-32, una vía fundamental que vertebra el litoral al norte de Barcelona, se convirtió en el escenario de una monumental retención que superó los 10 kilómetros. El tramo afectado, comprendido entre las localidades de Premià de Dalt y Argentona en sentido norte, hacia Girona, quedó completamente paralizado.
El suceso, reportado por el Servei Català de Trànsit pasadas las seis de la tarde de este viernes 25 de julio, coincidió con uno de los peores momentos posibles: la operación salida de un fin de semana en pleno corazón del verano.
Miles de vehículos, cargados con maletas y expectativas, vieron cómo su viaje se detenía en seco. La C-32, conocida históricamente por ser la primera autopista de peaje de España y hoy una alternativa gratuita y vital a la congestionada AP-7, no pudo absorber el doble impacto de un altísimo volumen de tráfico y unas condiciones meteorológicas extremadamente adversas. La imagen difundida por las cámaras de Trànsit en el punto kilométrico 90, a la altura de Premià de Dalt, era desoladora: una estampa fantasmal de vehículos detenidos bajo una densa niebla y una lluvia incesante.
El Maresme, epicentro del colapso viario
La elección de la C-32 por parte de tantos conductores no es casual. Su trazado paralelo a la costa la convierte en la ruta predilecta para acceder a las populares localidades turísticas del Maresme y la Costa Brava.
En un viernes por la tarde, la vía ya soporta una densidad de tráfico muy elevada, pero el aguacero repentino multiplicó los problemas. La calzada mojada y la drástica reducción de la visibilidad obligaron a una conducción extremadamente prudente, ralentizando la marcha hasta desembocar en la detención total.
Este colapso no solo afectó a los viajeros que se dirigían a sus destinos vacacionales, sino que también tuvo un profundo impacto en la movilidad local de una de las comarcas más densamente pobladas de Cataluña. Los residentes de municipios como Vilassar de Mar, Cabrera de Mar o Mataró, que utilizan la autopista para sus desplazamientos cotidianos, se vieron igualmente atrapados, generando un efecto dominó que amenazaba con saturar las carreteras secundarias de la zona.

La voz de las autoridades: Llamamiento a la prudencia
Ante la complicada situación, el Servei Català de Trànsit emitió un aviso claro a través de sus canales oficiales: "¡Mucha precaución en la carretera!". Un mensaje que, más allá de una simple recomendación, constituía una advertencia sobre el riesgo real que implicaba circular en esas condiciones. Las autoridades instaron a los conductores a extremar las precauciones, aumentar la distancia de seguridad y adecuar la velocidad a las circunstancias de la vía.
Este tipo de alertas son cruciales para prevenir accidentes en cadena y gestionar el flujo de vehículos, recomendando, en la medida de lo posible, posponer el viaje o buscar rutas alternativas seguras. La rápida difusión de la información permitió que muchos conductores aún en ruta pudieran tomar decisiones informadas antes de verse engullidos por el monumental atasco.