La sociedad asiste con estupefacción a las palabras del joven marroquí Abarrafía H., de 20 años, detenido por quemar viva a una menor de 17 años en un piso okupa de Las Palmas de Gran Canaria. En su declaración ante la Policía Nacional, el agresor ha intentado reducir el crimen a un simple “accidente” provocado por una colilla.
Frente al relato del detenido, está el testimonio desgarrador de la menor, quien antes de perder la consciencia y con el 95% del cuerpo quemado, logró salir a la calle y acusarlo directamente ante los primeros testigos y los agentes de la Policía: “Ha sido él”.
Uso de líquido inflamable e intento de fuga
Las investigaciones apuntan a que el agresor utilizó líquido inflamable para cometer la agresión. De hecho, los investigadores siguen barajando la posibilidad de que haya otra persona implicada. La violencia del suceso, que ocurrió a las 4:00 de la madrugada en el barrio popular de La Isleta, ha provocado una oleada de repulsa en toda España.

El joven fue detenido poco después tras intentar huir del lugar y ser ingresado por inhalación de humo. Ya ha recibido el alta médica. La menor era una joven fugada de un centro de menores tutelados. Estaba sola, sin apoyo familiar, en un entorno marginal y conviviendo con un hombre con antecedentes migratorios irregulares.
Las autoridades del Gobierno de Canarias han confirmado que no tenían constancia oficial de que existiera una relación de pareja entre ambos, pero el Instituto Canario de Igualdad considera que, existiera o no, se trata de un caso de violencia machista. La víctima era menor, tutelada y completamente indefensa ante su agresor.

El agresor tenía una orden de expulsión desde junio
Uno de los aspectos más indignantes del caso es que Abarrafía H. llegó en patera a Lanzarote el pasado 2 de junio y recibió una orden de expulsión ese mismo día. Aun así, logró fugarse del centro de primera acogida y acabó viviendo en un piso okupa en Las Palmas.
¿Cómo es posible que una persona con orden de expulsión activa estuviera libre y sin supervisión alguna? ¿Qué ha fallado en el sistema para que esto suceda?
Este crimen no es solo el resultado de la violencia de un individuo.
Es también el reflejo de un Estado fallido en el control de sus fronteras, en la gestión de la inmigración irregular y en la protección de los menores tutelados. Una joven ha sido quemada viva por alguien que nunca debió estar en ese lugar ni en ese momento. No se puede hablar de accidente cuando hay una cadena de negligencias institucionales.
La sociedad exige justicia y responsabilidades
España no puede mirar hacia otro lado. Este no es un caso aislado ni una simple nota de sucesos. Es el resultado de una suma de errores, de ideologías que anteponen el buenismo a la seguridad, de políticas que dejan a los más vulnerables a merced de los más peligrosos. La justicia deberá actuar con firmeza. Pero también debe abrirse un debate político y social profundo