Una densa columna de humo negro se alzó inesperadamente en el horizonte, rompiendo la calma de una calurosa tarde de agosto. Lo que parecía un tranquilo viaje por una de las principales arterias viarias del país se transformó en cuestión de minutos en un escenario de caos y llamas.
Un autobús fue devorado por un fuego voraz, obligando a una drástica interrupción de la circulación y movilizando a un considerable número de efectivos de emergencia. El incidente desató la alarma entre los conductores que presenciaron la impactante escena desde la distancia, viendo cómo el vehículo quedaba reducido a un esqueleto carbonizado.
El suceso tuvo lugar en la autopista AP-7, también conocida en ese tramo como A-7, a su paso por la provincia de Tarragona. Los servicios de emergencias recibieron el primer aviso a las 15:27 horas, alertando de un incendio de vehículo de grandes dimensiones en sentido sur.

Inmediatamente, se activaron los protocolos correspondientes para hacer frente a una situación que amenazaba con extenderse peligrosamente. La virulencia de las llamas fue tal que el autobús quedó completamente calcinado en el arcén, generando una estampa desoladora.
Un infierno sobre el asfalto a media tarde
El fuego se originó por causas que todavía se están investigando, convirtiendo rápidamente el vehículo de transporte en una bola de fuego incontrolable. La rápida actuación de los Bombers de la Generalitat fue crucial para evitar que la situación derivara en una catástrofe de mayores proporciones.
Un total de ocho dotaciones del cuerpo de bomberos se desplazaron hasta el punto exacto del siniestro para iniciar las labores de extinción. Su trabajo se centró no solo en sofocar el incendio del propio autobús, sino también en controlar su principal consecuencia: la propagación del fuego a la vegetación cercana.
La intensidad del calor y la proximidad de masa forestal crearon un escenario de alto riesgo para el entorno natural. Las llamas saltaron del asfalto a los márgenes de la autopista, comenzando a quemar los matorrales y la arboleda que flanqueaban la vía.
Gracias a la pericia y el despliegue de los equipos de extinción, el incendio forestal secundario pudo ser estabilizado antes de que se adentrara en la zona boscosa. Se ha evitado así un desastre ecológico. Las imágenes difundidas por los propios bomberos mostraban la magnitud del operativo desplegado en la zona.
El caos circulatorio y la vuelta a la normalidad
Como era de esperar, el incidente provocó el colapso inmediato del tráfico en la AP-7. El Servei Català de Trànsit ordenó el corte total de la autopista en sentido sur a la altura de Tarragona. El objetivo era garantizar la seguridad de los usuarios y facilitar el trabajo de los equipos de emergencia.
Esta medida generó importantes retenciones que se extendieron durante varias horas, afectando a cientos de vehículos. Las autoridades buscaron rutas alternativas para desviar la circulación y mitigar en la medida de lo posible el impacto en la movilidad.

Una vez que los bomberos lograron extinguir por completo las llamas tanto en el autobús como en la vegetación, comenzó el complejo proceso para devolver la normalidad a la vía. Los equipos enfriaron los restos del vehículo siniestrado y a asegurar la zona para eliminar cualquier riesgo.
Posteriormente, las grúas de gran tonelaje se encargaron de retirar el chasis carbonizado del autobús, mientras los servicios de mantenimiento de la autopista trabajaban en la limpieza de la calzada. Tras varias horas de intensa labor, la circulación fue reabriéndose de forma paulatina.