La tarde del lunes 30 de junio de 2025, un nuevo incendio agrícola sacudió la tranquilidad del municipio de Tremp, en la comarca del Pallars Jussà. El aviso se recibió a las 18:46 horas: un fuego había comenzado en la zona del Puigcercós, en una extensión agrícola seca y castigada por el calor acumulado de las últimas semanas.
Los Bombers de la Generalitat actuaron con rapidez y contundencia. En pocos minutos, ya había 20 dotaciones movilizadas, incluidas unidades especializadas del GRAF y personal del EPAF, dedicados a la prevención y contención forestal. Cuatro de esas dotaciones eran aéreas, del grupo MAER, encargadas de las descargas de agua.
Un incendio condicionado por el viento
La evolución del incendio no fue sencilla. Las primeras horas de intervención estuvieron marcadas por la inestabilidad meteorológica. Una tormenta próxima generó fuertes vientos cambiantes, lo que obligó a los bomberos a priorizar el ataque sobre el flanco izquierdo y la cola del incendio.

Esa decisión táctica resultó clave para contener el avance descontrolado. A medida que caía la tarde, el dispositivo se reforzó hasta alcanzar las 24 dotaciones, con presencia aérea constante. Las llamas se extendían principalmente por campos agrícolas, pero la proximidad con algunas zonas forestales elevó el nivel de riesgo.
La tierra también lucha
Los primeros en actuar, incluso antes de que llegaran todos los efectivos, fueron los propios agricultores de la zona. Con tractores y maquinaria pesada, comenzaron a trabajar sobre la cola y el flanco izquierdo, creando franjas de tierra arada para frenar el avance del fuego.

Este tipo de colaboración entre campesinos y bomberos es cada vez más habitual, especialmente en zonas rurales con tradición agrícola. No solo demuestra el compromiso de los vecinos, sino que muchas veces marca la diferencia entre un incendio controlado y una catástrofe forestal.
25 dotaciones y cinco aeronaves
A las 19:45 h, la cifra de efectivos desplegados ya ascendía a 25 dotaciones, con cinco unidades aéreas operativas. El incendio abarcaba una superficie estimada de 20 hectáreas, y el objetivo prioritario era evitar que la situación se complicara en los días venideros, donde se esperan altas temperaturas y una mayor carga de combustible vegetal seco en la región.
El fuego se mantuvo alejado del núcleo urbano de Puigcercós, y según los últimos reportes de los Bombers, el avance de las llamas no evolucionó en esa dirección, lo cual alivió a los vecinos, que llegaron a temer una posible evacuación preventiva.
Un aviso para lo que viene
El incendio de Tremp no ha provocado víctimas ni daños personales, pero se considera un aviso serio. Los servicios de emergencia temen que la combinación de campos secos, calor extremo y tormentas puntuales genere un cóctel explosivo para los próximos días.
Por eso, las labores se centraron en rematar bien cada rincón, para no dejar puntos calientes que puedan reactivarse. Además, se han reforzado las recomendaciones a la población: evitar quemas agrícolas, extremar precauciones en desplazamientos por zonas forestales y, sobre todo, alertar de inmediato si se detecta humo o fuego.
Lo más revelador: un fuego que no debería haberse iniciado
Lo que todavía no se ha comunicado oficialmente es lo que ya circula entre los vecinos y parte del personal desplegado: el incendio habría comenzado por una negligencia evitable. Según fuentes no confirmadas, un agricultor realizaba tareas con maquinaria en plena ola de calor, cuando una chispa generada por un apero metálico sobre una piedra habría prendido la paja acumulada.
Un error mínimo, en el lugar y momento equivocados. Y una muestra de que, en estas condiciones, basta un solo descuido para movilizar 25 dotaciones y encender el miedo en todo un municipio.