La economía europea atraviesa uno de sus periodos de mayor transformación en las últimas décadas. El envejecimiento poblacional, la reducción de la natalidad y la prolongación de la esperanza de vida están alterando el equilibrio sobre el que se ha sostenido el Estado del bienestar. España, al igual que otros países del entorno, se enfrenta a un reto de enormes proporciones: cómo garantizar unas pensiones dignas en un contexto de crecientes dificultades para financiar el sistema.
En las últimas semanas, los mercados han reaccionado con especial sensibilidad a los anuncios sobre déficit público y deuda, situando la sostenibilidad financiera en el centro del debate político y económico. El Banco de España y organismos internacionales como la OCDE insisten en que el gasto en pensiones podría superar el 15% del PIB nacional en 2050. Esto podría poner en peligro algunas políticas sociales e inversiones públicas.
Considera algunos economistas de prestigio que estos escenarios, lejos de ser una simple proyección técnica, está ya condicionando la política fiscal y laboral de los próximos años.

Los argumentos de Santiago Niño Becerra: un modelo al límite
En este contexto de máxima tensión, la voz de Santiago Niño Becerra resuena con especial fuerza. El catedrático, conocido por sus diagnósticos directos y su capacidad para anticipar tendencias macroeconómicas, advierte de que el sistema de pensiones español se encuentra en un punto de inflexión. La base sobre la que se diseñó –un mercado laboral estable, salarios crecientes y una proporción elevada de trabajadores por cada pensionista– ha desaparecido.
Hoy, por cada pensionista apenas existen dos cotizantes, y esa cifra sigue descendiendo a medida que la generación del baby boom se acerca a la edad de retiro. Al mismo tiempo, la precarización laboral y el estancamiento de los sueldos minan la capacidad recaudatoria de la Seguridad Social. Becerra apunta que en menos de tres décadas podríamos ver cómo hay casi un pensionista por cada cotizante, una proporción insostenible según cualquier criterio actuarial.
A esta ecuación se suma una realidad social poco visible en los discursos políticos: la pensión como sustento familiar. Las pensiones, por tanto, lejos de ser un ingreso personal, se ha convertido en una red de apoyo para hijos y nietos.

¿Hacia una jubilación a los 70 años? Escenarios y alternativas
La advertencia lanzada por Niño Becerra va más allá de un ajuste coyuntural. Según el economista, el modelo actual ha llegado a su fase final, y la verdadera cuestión es cómo y cuándo se abordará una reforma integral. La opción de retrasar la edad de jubilación hasta los 70 años empieza a ser vista como inevitable también en España.
El debate no solo afecta a quienes están cerca de la jubilación, sino que interpela especialmente a las generaciones más jóvenes. Becerra es tajante: los menores de 40 años no pueden esperar recibir una pensión pública en los mismos términos que sus padres o abuelos. La combinación de salarios bajos, carreras laborales fragmentadas y cambios tecnológicos exige nuevas fórmulas de protección social.
Entre las propuestas que ganan peso destaca la renta básica, una solución aún experimental que no garantiza el mismo nivel de ingresos que las pensiones tradicionales. El reto de fondo es encontrar mecanismos que aseguren la dignidad económica de los mayores sin desbordar la capacidad financiera del Estado.