¿Imaginas vivir en una calle donde el balcón de tu casa se asoma a un abismo vertical? Existe un lugar en Catalunya que ofrece esta vertiginosa estampa a diario. Una postal tan espectacular que muchos viajeros la fotografían desde la distancia. Sin embargo, pocos se adentran a recorrer sus calles y descubrir los secretos que esconde. Este destino ofrece una experiencia que va mucho más allá de su famosa imagen panorámica.
Su singularidad reside en un capricho geológico. Se asienta sobre una espectacular pared de roca basáltica de casi un kilómetro de largo. Este risco fue moldeado por la erosión milenaria de los ríos Fluvià y Toronell sobre antiguas coladas de lava.
La imagen resultante es una hilera de casas precariamente equilibradas a más de cincuenta metros de altura. Una silueta única en el paisaje del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.

Un itinerario práctico por sus calles
El pueblo en cuestión es Castellfollit de la Roca. Para una visita completa, lo ideal es dejar el coche en el aparcamiento habilitado a la entrada. Desde allí, un breve paseo te adentra en su casco antiguo, un laberinto de callejuelas estrechas de origen medieval.
La arteria principal conduce directamente a la antigua iglesia de Sant Salvador, un templo del siglo XIII que hoy funciona como centro cultural. El recorrido culmina en la Plaça de Josep Pla, un mirador al final del risco que ofrece vistas impresionantes del valle. Para obtener la foto clásica, es imprescindible bajar y cruzar la pasarela sobre el río.
Costes y cómo organizar el transporte
Visitar el pueblo es completamente gratuito, ya que su principal atractivo es pasear y admirar la arquitectura y el paisaje. La forma más cómoda de llegar es en vehículo privado. La ruta desde Girona o Barcelona transcurre por la autovía A-26 hasta la salida de Olot, para luego tomar la carretera GI-522.

La proximidad a otros enclaves de interés como Besalú o la Fageda d'en Jordà permite diseñar una ruta de un día muy completa. ¿Cuál es el mejor modo de combinar estos destinos en una sola jornada? Planificar un inicio temprano en Castellfollit ayuda a evitar las horas de mayor afluencia.
Mejor en primavera y otoño
Aunque cualquier momento es bueno para descubrir este lugar, cada estación ofrece matices diferentes. La primavera y el otoño tiñen los bosques de la Garrotxa con colores vibrantes, creando un fondo espectacular. El clima templado de estas épocas facilita el paseo y las actividades al aire libre.
Durante el verano, los días largos permiten aprovechar más la luz, aunque la afluencia de visitantes es mayor. El invierno, por su parte, regala una atmósfera más íntima y melancólica, ideal para quienes buscan la tranquilidad y una visión más dramática del paisaje.
Si ahora no tienes tiempos, guarda esta guía y vuelve a consultarla cuando concretes tus fechas. El ritmo del destino y sus alrededores evoluciona con cada estación, ofreciendo siempre una nueva perspectiva.