España afronta un horizonte complicado en materia de pensiones. El sistema se sostiene con dificultades frente al envejecimiento demográfico. Según datos recientes, hoy un 43,2 % de los jóvenes entre 16 y 29 años está empleado, frente a casi el 58 % en 2007. Esta situación agrava una tendencia de entrada tardía en el mercado laboral y carreras profesionales más precarias, que impacta directamente en la capacidad de cotización.
A ello se suma una reforma progresiva implantada desde 2011 que retrasa la jubilación: en 2025 se exigirá 66 años y ocho meses para quienes no acrediten más de 38 años y tres meses cotizados; en 2027, la edad ordinaria será los 67 años. En paralelo, se incrementan los años exigidos para cobrar el 100 % de la base reguladora.
Incorporación tardía y carreras laborales fragmentadas
Un estudio de la Fundación BBVA e IVIE advierte que en 2065 muchos jóvenes habrán acumulado apenas 30 años cotizados debido a su acceso tardío al empleo y la precariedad. Con solo tres décadas de cotización, no cumplen con los años mínimos para jubilarse a la edad ordinaria y con la pensión plena.

Bajo ese escenario, se estima que deberán trabajar hasta los 71 años si quieren mantener una tasa de reemplazo cercana al 100 % de su salario previo. En cambio, quienes consigan cotizar 35 años podrían retirarse a los 68 y con 40 años, incluso a los 65, manteniendo una tasa del 90 %.
Pongamos un ejemplo. Un joven que comience a trabajar más tarde, tenga empleos intermitentes y alcance solo 30 años cotizados necesitaría prolongar su vida laboral hasta los 71 para aspirar a una pensión digna.
Reformas sucesivas: menos porcentaje de reemplazo y más exigencias
La reforma iniciada en 2011 y completada en 2027 establece incrementos progresivos de edad y años cotizados. Junto a esto, la reciente reforma de 2022 redujo la tasa de reemplazo refundida de un 77,1 % a un 75,3 %.

Si en el futuro se incorporan otras medidas de países europeos, como ampliar el cálculo de la base reguladora a los últimos 35 o 40 años o vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida, las estimaciones sitúan la tasa de reemplazo en un rango del 57,6 %. Esto significaría perder hasta 20 puntos porcentuales respecto al salario anterior en el momento del retiro.
Un problema para los jóvenes
Este endurecimiento afecta especialmente a jóvenes con trayectorias inestables: contratos temporales, desempleo o empleo parcial. No solo retrasan el momento de la jubilación, sino que cotizan menos y con bases inferiores.
Las sanciones por anticipar el retiro aumentan: jubilarse dos años antes de la edad legal puede llevar a recortes de hasta el 21 % sobre la pensión. Al mismo tiempo, prolongar la vida laboral sigue siendo una de las pocas fórmulas para mejorar la pensión, incluso con incentivos añadidos.
Perspectiva comparada: ¿España se queda atrás en Europa?
Frente a España, ciertos países nórdicos optan por ligar automáticamente la edad de jubilación a la esperanza de vida. Dinamarca, por ejemplo, prevé subir progresivamente hasta los 70 años en 2040 infobae.com. Esta vinculación podría incorporarse más pronto o más tarde en España, aunque aún no forma parte del calendario oficial.

¿Qué pueden hacer los jóvenes para ponerle remedio?
El panorama exige una reflexión profunda sobre cómo reformar el sistema de pensiones para hacerlo sostenible y justo. Más allá de política pública, cada individuo debería contemplar medidas complementarias:
Planificación del ahorro personal o planes de pensiones privados. También fomentar carreras laborales largas, continuas y de calidad. Asimismo, integrar incentivos institucionales para prolongar el empleo y la formación activa más allá de los 65 años. Solo así podrá evitarse que jóvenes generaciones asuman el peso del envejecimiento poblacional con recortes sociales y sacrificios personales.