Una imponente columna de humo negro, visible desde varios kilómetros a la redonda, ha rasgado la tranquilidad de la tarde de este domingo, sembrando la alarma entre los vecinos y conductores que transitaban por la zona.
Lo que parecía una tarde apacible se ha transformado en un escenario de emergencia, con el incesante ulular de las sirenas rompiendo el silencio y un operativo de grandes dimensiones desplegado para combatir un fuego de una virulencia extraordinaria.
El epicentro de la emergencia se ha localizado en un polígono industrial de Lleida. El aviso a los servicios de emergencias se registraba a las 16:16 horas, según han informado fuentes de los Bombers de la Generalitat.

El fuego, por causas que aún se están investigando, se originaba en el exterior de una nave industrial, afectando a una gran acumulación de material diverso, lo que ha provocado la densa y tóxica humareda que se ha convertido en la protagonista indeseada de la jornada.
Un despliegue masivo para controlar las llamas
La magnitud del incendio ha obligado a movilizar un amplio dispositivo de extinción. En un primer momento, los Bombers de la Generalitat desplazaron catorce dotaciones terrestres y una unidad de medios aéreos (MAER) para hacer frente a la virulencia de las llamas. Sin embargo, la rápida propagación y la complejidad de los trabajos han obligado a reforzar el operativo, que ha llegado a superar la veintena de dotaciones en las horas de máxima intensidad.
Los efectivos trabajan a contrarreloj en un entorno complicado. Los incendios industriales presentan un desafío particular debido a la naturaleza de los materiales que suelen albergar.
Plásticos, palets, productos químicos y otros componentes de fácil combustión no solo alimentan el fuego con rapidez, sino que también generan gases tóxicos que suponen un riesgo añadido para los equipos de intervención y el medio ambiente. El objetivo principal de los bomberos se ha centrado en contener el perímetro del incendio para evitar que las llamas se propagasen a las naves colindantes, un riesgo muy elevado en los compactos polígonos industriales.
El caos circulatorio: la N-240, cortada por completo
Una de las consecuencias más inmediatas y disruptivas del incendio ha sido el impacto directo sobre la movilidad. La densa humareda, que reducía drásticamente la visibilidad y suponía un peligro para la seguridad vial, ha obligado al Servei Català de Trànsit (SCT) a tomar una decisión drástica: el corte total de la carretera N-240 a su paso por Lleida, concretamente a la altura del punto kilométrico 87, lugar del siniestro.
La interrupción de la circulación se ha efectuado en ambos sentidos de la marcha, generando un notable caos circulatorio en una vía que es fundamental para la conexión de la provincia.
Cientos de conductores se han visto sorprendidos por el corte, teniendo que buscar rutas alternativas y sufriendo importantes retenciones en pleno domingo por la tarde, una franja horaria habitualmente concurrida por los regresos del fin de semana. Las autoridades han trabajado para desviar el tráfico y minimizar las afectaciones, aunque la situación ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las principales arterias de comunicación ante imprevistos de esta magnitud.