El Banco Santander parece decidido a acelerar su transformación, aunque eso implique dejar atrás una de las imágenes más tradicionales de la banca: las oficinas físicas. El gigante financiero ha iniciado una nueva oleada de cierres que está afectando tanto a su red en España como a su presencia en otros países clave de Europa.
Y aunque el discurso oficial habla de eficiencia y digitalización, lo cierto es que detrás de este proceso se esconde una profunda reestructuración que podría tener consecuencias más amplias de lo que parece.
El cierre silencioso continúa en España
Durante los primeros cinco meses de 2025, el Santander ya ha clausurado 72 oficinas en territorio español. Y no se detiene ahí: se han anunciado otras 34 para junio y julio, con lo que el total ascenderá a 106 sucursales menos antes de que llegue el verano. El proceso se realiza con una estrategia clara: evitar grandes titulares o conflictos sindicales.
Y lo logran gracias a que el volumen de cierres no alcanza el umbral legal que obliga a una negociación colectiva. El banco justifica los cierres alegando la apuesta por un modelo híbrido. En la práctica, sin embargo, esto supone un progresivo abandono de muchas zonas donde el Santander tenía fuerte implantación.
Reubicaciones, prejubilaciones y plantilla en caída
La otra cara de los cierres es la pérdida de empleo. De forma callada pero constante, el Santander ha reducido su plantilla en 300 personas durante los primeros cuatro meses del año, en su mayoría mediante prejubilaciones pactadas individualmente. El banco aprovecha que buena parte de su plantilla es baby boomer y está cercana a la edad de retiro para realizar salidas sin conflicto laboral.
A cierre de abril, la plantilla del Santander en su red española era de 21.053 trabajadores, frente a los 21.348 del inicio del año. Una reducción que continuará en los próximos meses con el cierre de más oficinas. Los sindicatos temen que se supere con creces el millar de salidas a lo largo del año.
La estructura se reduce frente a sus competidores
Con estas decisiones, el Santander ya cuenta con menos oficinas físicas en España que el BBVA, una situación que hace pocos años parecía impensable. BBVA mantiene 1.880 oficinas, mientras que Santander ha quedado en 1.792. Por delante sigue estando CaixaBank, con 3.555 oficinas.
Este proceso de reducción no se limita a España. En el Reino Unido, el banco ha iniciado un nuevo ERE que afectará a 750 empleados y cerrará 95 oficinas, un 22% de su red en ese país. Y en Italia ha ido más allá: ha cerrado todas sus oficinas físicas y opera únicamente a través de canales digitales. En Portugal, también ha reducido drásticamente personal y oficinas desde 2022.
Lo más importante: el futuro del Santander no está en Europa
Pese a los esfuerzos comunicativos por presentar estos ajustes como modernización, la realidad es más profunda: el Santander está desplazando su centro de operaciones hacia América. Ana Botín ha sido clara en sus prioridades: Estados Unidos y México son ahora los grandes motores de crecimiento.
Y en ese contexto, Europa se convierte en una región de ajuste, reducción y salida. De hecho, el banco ya ha iniciado la venta de su negocio en Polonia y no se descarta que pueda seguir recortando operaciones en otros mercados europeos. Lo que comenzó como una apuesta por la digitalización, podría terminar siendo una retirada estratégica.
Un movimiento que redefine el mapa de uno de los bancos más emblemáticos de España… y que podría ser solo el principio.