Las personas de la tercera edad siguen siendo presas fáciles para todo tipo de timadores. Resulta muy importante advertir de las amenazas de tantas estafas a las que suelen ser sometidos; una de las últimas que se han conocido es la del botón rojo.
Conocido como el “timo del botón rojo”, la Policía Nacional ha compartido un comunicado a través de las redes sociales en el que advierte del peligro que conlleva este fraude para las personas mayores, usuarias habituales de un servicio que, hasta hace poco, se consideraba un soporte para sus necesidades.
La estafa es tan esperpéntica como el hecho de cuando se activa el botón rojo de emergencia para pedir ayuda, en vez de presenciarse el trabajador de emergencias de turno, quien aparece en el hogar del anciano o anciana, es alguna persona que está simulando ser un trabajador del servicio de asistencia 112, con el objetivo de substraer datos personales y bancarios, incluso llegando a intentar formalizar un cobro mensual.
En el comunicado, vía X (Twitter) de la Policía Nacional se acompaña con un pequeño video en la que una agente de policía se encarga de detallar las claves de esta estafa cuyo objetivo principal es aprovecharse de la gente mayor. No deja de ser paradójico que un artilugio que se ha creado para facilitar la vida de los mayores, asegurando tanto su comodidad como su tranquilidad y evitando el paso de haber de marcar ningún dígito, se haya convertido en una verdadera trampa de consecuencias imprevisibles, que afecta gravemente el sosiego de la gente de edad avanzada.
Un problema que requiere una gran consciencia social
Las estafas a la gente mayor es un problema social que, lejos de solucionarse, cada vez parece empeorar con una mayor trascendencia. Al grupo de falsos revisores de agua, gas y teléfono, se les añade los de estos falsos asistentes, con los que se reafirme el grave riesgo de grupo específico de gente de la tercera edad, que sucumbe a las estafas mediante una triste desprotección.
No por muy sabidos, conviene recordar algunas pautas esenciales, como no abrir la puerta a ningún desconocido; no hacer ostentación de objetos de valor; no fiarse de ninguna oferta y evitar la transmisión de datos personales y bancarios; y solicitar siempre una identificación acreditativa. Sin embargo, los profesionales de la estafa suelen reinventarse constantemente, con lo cual también es un deber de todos los ciudadanos priorizar la protección de nuestros familiares de mayor edad.