La reciente filtración de comentarios de Carlos III sobre su hijo, el príncipe Harry, ha reactivado la polémica en los pasillos del Palacio de Buckingham y tensionado aún más un vínculo ya frágil. En un entorno donde cada matiz adquiere una carga simbólica, estas declaraciones privadas arrojan luz sobre una relación fracturada y sin atisbos de acercamiento.
Un comentario que no deja lugar a dudas
Fuentes seculares cercanas a la Casa Real aseguran que el rey Carlos no reserva elogios hacia su hijo menor, al que habría calificado en privado como “un traidor y un desagradecido”, criticándolo por su marcha a Estados Unidos “sin medir el impacto en la familia”.
Estas palabras llegan tras un Día del Padre en el que el monarca omitió cualquier foto junto a sus hijos, un gesto interpretado por profesionales en protocolo como un fuerte desaire. La tensión se acentúa cuando estos reproches se producen en un momento crítico para la monarquía, con Carlos enfrentando un tratamiento contra el cáncer y la presión mediática sobre la institución.

Antecedentes de la ruptura
Desde el “Megxit” en 2020, la distancia entre los miembros reales y los Duques de Sussex se ha mantenido en un nivel insalvable. Harry ha acusado públicamente a su padre de silenciarse y alejarse, especialmente tras perder un pleito legal sobre su seguridad en el Reino Unido.
Además, la biografía reciente de Carlos III, recogida en medios como El Nacional, sugiere que el monarca asume cierta responsabilidad por haber criado a Harry de forma demasiado permisiva, lo que habría influido en este distanciamiento.
Silencio y contención
Por su parte, Buckingham ha mantenido una política de discreción. Tras la entrevista de Harry en la BBC, el Palacio emitió un escueto comunicado centrado en el fallo judicial y en la actuación de los tribunales, sin abordar directamente las palabras filtradas del rey. Pese a esto, fuentes internas describen a Carlos «molesto y frustrado» por la constante exposición pública de sus diferencias con Harry.

Contexto humano y consecuencias mediáticas
La vida familiar de los Windsor ha sido siempre un equilibrio delicado entre el deber histórico y las emociones personales. El fallecimiento de la princesa Diana, madre de Harry, es una herida que nunca ha cicatrizado del todo.
El intento de Carlos de ofrecer una crianza más libre a sus hijos, con la intención de protegerlos del escrutinio público, también pudo tener un efecto contraproducente, según apuntan algunos cronistas reales. A esto se suman los reproches sobre cómo se gestionó la seguridad de Harry tras su mudanza a Estados Unidos, que supuso una ruptura definitiva en la confianza con el palacio.
Este episodio deja al descubierto la tensión generacional y las dudas sobre la dirección futura de la Corona. Carlos III, centrado en priorizar la estabilidad institucional, y Harry, poniendo por delante su lado reconciliador, representan dos visiones irreconciliables de cómo debe presentarse la monarquía en el siglo XXI.