En pleno corazón de Norfolk, poco más de medio kilómetro separa Park House —la casa natal de Diana de Gales— de la reluciente residencia de Sandringham, propiedad del rey Carlos III. Lo que era un remanso de historia se ha convertido en un escenario de abandono.
Esto ha indignado a vecinos, seguidores de Diana y hasta miembros de la familia real. Las imágenes de tejados hundidos, cristales rotos y vegetación descontrolada han desatado una tormenta de comentarios tanto en medios como en redes sociales, intensificando el debate sobre las prioridades del monarca.
Cuando la historia se cae a pedazos
Park House, vivienda en la que nació Diana el 1 de julio de 1961 y vivió hasta los 14 años. Dejó de funcionar en 2021 como centro para personas con discapacidad. Desde entonces, permanece cerrada y sin mantenimiento alguno.
Fotografías tomadas por medios como The Mirror han mostrado su estado deplorable: vegetación invadiendo la estructura y una piscina vallada como advertencia de peligro. Lo que ahonda la herida es la cercanía con el esplendor de Sandringham House, donde el rey ha impulsado inversiones recientes.
En los últimos meses, se han instalado 2.000 paneles solares y se ha inaugurado un resort de ‘glamping’ con tiendas de lujo y parcelas para autocaravanas. Y ese contraste ha avivado las críticas: «Tiene dinero para el camping, pero no para la casa donde Diana creció», lamentan vecinos y trabajadores locales.
Reacciones ciudadanas y familiares
El enfado local ha sido unánime. Selina Raines, habitante de Snettisham, confiesa: «Te rompe el corazón… muy, muy triste». Una camarera que también habló con The Mirror calificó la situación como «una falta de respeto» y pidió que la casa vuelva a su estado original.

Desde el entorno de Diana, el rechazo ha sido especialmente fuerte. Según RadarOnline, el príncipe Harry se siente «furioso» al ver cómo el legado de su madre se difumina ante sus ojos.
Fuentes cercanas aseguran que interpreta la situación como una traición, especialmente considerando que Sandringham estate sí recibe atención económica. Harry ha acusado a su padre de «arruinar el legado de la princesa Diana».
Un escenario de tensiones reales
Este incidente revive viejas grietas internas en la familia real. La falta de intervención por parte del rey ha reabierto el debate sobre cómo se preserva la memoria de Diana. Para muchos, su figura sigue siendo demasiado incómoda para ciertos sectores institucionales.

El abandono de Park House se percibe como una evitación deliberada del pasado. En redes, los seguidores de Diana y críticos de la monarquía han amplificado la cuestión.
Se pregunta si Carlos III debería ceder la propiedad a organizaciones benéficas o abrirla al público como homenaje a su memoria. Algunos recuerdan que, durante más de 30 años, Park House sirvió como centro inclusivo y bien equipado para personas con movilidad reducida, con lista de espera incluso.
¿Hacia una solución o una herida abierta?
Por el momento, ni Buckingham Palace ni Sandringham Estate han emitido declaraciones oficiales al respecto. La presión pública, sin embargo, no cesa. Quienes piden soluciones proponen restauración arquitectónica, conversión en memorial o la devolución a una ONG con fines benéficos, en línea con los valores que Diana promovió en vida.

Este descuido ha provocado un debate esencial. ¿Debe la Corona equilibrar su inversión entre modernidad y la conservación de su patrimonio? En días próximos podría conocerse alguna respuesta.
La ciudadanía aguarda señales claras de apoyo a un lugar que fue la cuna de una figura inolvidable. Mientras tanto, la imagen de Park House sigue siendo un símbolo casi desmoronado de una memoria que, para muchos, merece más cuidado y respeto.